Liga de consolación para el Paris Saint-Germain

DEPORTES

Julien de Rosa | EFE

El derrochador proyecto catarí solo es capaz de sumar campeonatos nacionales, mientras fracasa sonoramente en su intento de ganar la Liga de Campeones

22 abr 2019 . Actualizado a las 07:32 h.

No es fácil destronar al Olympique de Marsella en la historia del fútbol francés. Aunque, para ello, el candidato se arrogue el papel de rico entre los ricos. Por eso, el Paris Saint-Germain celebra su octava Liga con exaltación controlada.

Tanto, que ni esperó a jugar contra el Mónaco ayer para contabilizar su segunda Liga seguida y sexta en las últimas siete campañas. El empate sin goles del Lille, segundo clasificado, en su visita al Toulouse, se la brindó en bandeja.

Lo realmente grave hubiese sido que no la hubiese ganado, aunque, con pitonisos como Neymar («No tengo dudas de que seremos campeones de la Champions y de que yo jugaré», dijo antes del partido de vuelta de octavos de final contra el Manchester United, que remontó la eliminatoria y apeó a los parisinos) el fiasco entra siempre en la ecuación.

También flirteó con el fracaso en la Liga en un gesto más propio del Atlético de Madrid que de un equipo cuya casa es el Parque de los Príncipes. Hace una semana que se enfrentó al Lille en lo que tendría que ser el partido prealirón, pero el segundo clasificado (a veinte puntos en ese momento) le endosó un 1-5 que hacía dieciocho años que no se veía, con el Sedan como verdugo. El Sedan, por cierto, milita ahora en cuarta división. Hace quince días fue el Estrasburgo el que estropeó la fiesta prematura.

El Paris Saint-Germain ha quedado retratado más como l’enfant terrible que como enfant de la Patrie, a tenor de los inusuales episodios protagonizados por su presidente, Nasser Al-Khelaifi (también presidente de la federación de tenis de Catar, vicepresidente de la federación asiática de tenis y presidente de beIN Sports Al Jazeera Sports), cabeza visible de Qatar Investment Authority, único accionista del club parisino.

Así, a golpe de talonario y de timón ha gobernado el club, gastando más de mil millones de euros en los últimos siete años e incorporando futbolistas como los de Neymar, Mbappe (respecto al que Nike ha ofrecido su músculo financiero para que no se marche al Real Madrid), Cavani, Di María, Rabiot o Buffon (su Juve también suma una Liga más esta temporada, justo tras el fracaso europeo); o entrenadores como Ancelotti, Blanc y Emery antes de la llegada de Tuchel.

Todo, para nada. Porque al PSG no le importa la Liga. Si acaso, como vía de acceso a la Champions League, gran objetivo para un club que apenas tiene una Recopa y una Supercopa, títulos continentales datados de mediados de los años 90. Y en los últimos tres años, las bofetadas han sido sonadas (contra el Barcelona, el Real Madrid y el Manchester United), mientras que sus estrellas han pasado inadvertidas. «El PSG está maldito», concluía Le Parisien.

El campeonato francés es el premio de consolación para un equipo que hasta se dio de bruces con la Copa de la Liga (título que había ganado los cinco últimos años) al caer en París ante el Guingamp del hijo de Thuram (cierto es que después se cruzaron en la Liga y los parisinos le endosaron un 9-0 a los bretones).

Campeón de invierno de récord

Y eso que el PSG arrancó el curso con catorce victorias en otras tantas jornadas, lo que le valió para mejorar la marca del Tottenham de 1960 (once triunfos) y proclamarse campeón de invierno antes del inicio de diciembre.

El problema es que Al-Khelaifi y el PSG juegan en otra Liga, en el amplio sentido de la expresión. Francia es el mal necesario para conquistar Europa. Y con el cetro continental resistiéndose, el millonario catarí podría cambiar de aires después de siete años de locura financiera.

El control económico que dicta la UEFA es otra de las claves del futuro del PSG, que eclipsa hasta la explosión definitiva de Mbappe el sucesor de los grandes astros del fútbol mundial. El club parisino vive en el alambre e incluso cuando dispuso de red de seguridad lo máximo que logró fue asomar la cabeza y ganar la Liga, además de generar inflación en el mercado de fichajes.

Esa red desaparecerá en el futuro pero, entre tanto, hay una liga más por celebrar.