Morata maquilla ante Malta a una España tediosa

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DARRIN ZAMMIT LUPI | REUTERS

Con hasta ocho novedades en su once, vence 0-2 en un partido marcado por el ritmo lento y la ausencia obligada del seleccionador por motivos familiares.

27 mar 2019 . Actualizado a las 13:54 h.

Si la cuestión era rodar una idea o seguir agitando la coctelera, Luis Enrique dejó recado, antes de verse obligado a ausentarse del banquillo, que tocaba lo segundo. España no se modeló respecto a la selección que se había impuesto a Noruega, mutó casi por completo: hasta ocho novedades en el once. Solo repitieron Sergio Ramos, Marco Asensio -esta vez a la diestra- y Álvaro Morata. Robert Moreno asumió la batuta técnica tras la baja del asturiano por motivos familiares.

Se petrechó Malta desde el pitido inicial con dos líneas muy juntas que sumaban nueve futbolistas. El modesto combinado, que ocupa el puesto 182 en el ránking mundial, optó por la retórica numantina. España sobó la pelota e intentó moverla. Pero al primer cuarto apenas había inquietado en un saque de falta de Canales, que no logró rematar en condiciones Ramos, y un lejano remate con la zurda de Saúl que se marchó lejos de Henry Bonello. El hijo de John Bonello, el meta maltés en aquel 12-1, repitió bajo palos en su segundo duelo internacional. Había debutado ante las Islas Feroe.

Una combinación de Sergi Roberto y Asensio le llegó a Saúl en buena posición para convertir, pero el atlético volvió a marrar en la definición. España rozaba el 80% de la posesión pero apenas desfilaba en área rival. El ritmo se volvía tedioso. Todo demasiado estático, previsible. La estadística, ilustrativa. Al minuto 27, España llevaba completados 286 pases. Malta, 33. Pero solo un tiro entre palos. Los de Farrugia ni se habían molestado en inquietar a Kepa.

De cabeza lo intentó Morata tras centro de Asensio. Se la quedó el meta. Pero el ariete tendría la réplica apenas un minuto después. A la media hora, un balón largo de Hermoso lo baja el delantero con un control meritorio y resuelve cruzado. Curioso. España había reventado la lata en apenas un par de toques. Con el guion inverso al que llevaba pretendiendo, sumaba el 0-1. 

Poco podía exprimir el combinado maltés. Por algo todos sus futbolistas disputan la liga patria excepto uno, el central de origen escocés Zach Muscat, que milita en el Olhanense de la humilde tercera división portuguesa. Se cayó Nwoko en la única progresión local con cierta intención. Protesto el público, pero nada hubo. Fue el propio Nwoko el que derribó a Ramos en la frontal. Pico diestro. No tenía mala pinta la opción. Asensio la elevó varios metros por encima de Bonello. El descanso fue alivio.

Sin cambios arrancó la continuación. Ni en las fichas, ni en la cadencia del juego. A Malta le honraba le tanteador y optó por permanecer sobre el autobús. Saúl cayó a un par de metros del área derribado por Borg. Ramos estampó el saque en la barrera.

Se marchó Bernat, casi inédito, y le relevó Muniain en su regreso con la elástica. Otro cabezazo desviado de Morata y un remate de Asensio, tras sendos servicios de Sergi Roberto, fueron la únicas noticias de España con la hora cumplida. Los espacios escaseaban y el ritmo, diesel. Navas remplazó a Saúl. Y, en Malta, saltó Mifsud, su referencia ofensiva, el futbolista, de los presentes, con más partidos y goles en su selección.

Navas tomó la banda y puso un centro medido. De nuevo, la cabeza de Morata, que no perdonó. El madrileño firmaba doblete para maquillar lo que estaba siendo un espectáculo insufrible. Se acabó marchando, para dejarle a Rodrigo los últimos diez minutos. El que lo intentó fue Canales, desde lejos, desviado. Ramos tuvo la última de un tostón. Malta se marchó con un solo tiro a puerta. España, con un 80% de posesión y las ovejas durmiendo.