Alegría naranja en Riazor

charo alonso A CORUÑA / LA VOZ

DEPORTES

NANDO MARTINEZ / BASQUET CORUÑA

En plena conversión en SAD y pese a una difícil campaña la afición del Leyma va a más

18 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La primera vez que el Tsunami Naranja animó al Leyma fue en el 2016, en un partido de final de temporada contra el Breogán. Ese día, en Riazor hicieron la ola. Nunca antes lo había hecho nadie allí. Volvieron a acudir a la fase de ascenso y en las semifinales contra el Melilla casi 5.000 personas llenaron el Palacio de los Deportes.

Una cifra que se intentó superar en el partido contra el Prat, en el que el día no acompañó y al final no se pudo conseguir. Aún así, más de 3.000 aficionados acudieron a animar al Leyma pese al no tan brillante balance de resultados de esta temporada, con 10 partidos ganados frente a 16 perdidos. Este fenómeno se produce además en un momento en el que el club, con más de 160 socios y casi 1.800 abonados, se encuentra en plena conversión en SAD.

Uno de ellos es Gabriel Barreiro, Berrallouco, que en cada encuentro capitanea, con bombo y megáfono en mano, a un grupo de aficionados cada vezmás numeroso. Lo que empezó como una actividad para realizar entre padres e hijos se ha convertido en un sentimiento que une a miles de personas en la cancha coruñesa.

Un huracán naranja que arrastra a su interior hasta a los más puristas. Es el caso de Pablo Alonso, seguidor de toda la vida del baloncesto y socio número tres del Leyma, que decidió crear el Nordés Naranja desde su punto de vista «más técnico», animado por el ambiente festivo que reinaba en cada partido. Gabriel y Pablo. Tsunami y Nordés. Juntos forman un equipo que de manera incondicional busca apoyar y promocionar al Leyma Coruña, cada uno con su seña de identidad.

«Biquiño aquí»

El Tsunami Naranja, encabezado por ocho familias, se encarga de la parte más festiva y social. La animación en cada partido es su punto fuerte. «El ambiente que se vive ahora en el Palacio, quienes han conseguido eso, son ellos», afirma Alonso. La atmósfera dentro y fuera de la cancha es un espectáculo. Su última incorporación, al más puro estilo NBA, es una kiss cam a la que bautizaron como Biquiño aquí!, «que suena más enxebre».

También destaca su activa participación en todo tipo de acciones sociales, en las que, siempre que pueden, lo hacen de forma conjunta con el club. Carreras solidarias, campañas de recogida de alimentos y otras iniciativas locales siempre tienen algún representante naranja. En ellas tratan de hacer partícipes a los niños en todo momento. «Lo único que queremos trasladar son valores a nuestros hijos y pasarlo bien», dice Gabriel.

Por su parte, el Nordés intenta que el baloncesto tenga más visibilidad en la ciudad desde el conocimiento. A las charlas y actos con profesionales del deporte se le suma el boletín que elaboran para cada partido en Riazor. Trípticos con información sobre el equipo rival y cómo va la temporada con el objetivo de que «cada vez haya más cultura de baloncesto y la gente entienda y disfrute acudiendo a los partidos», explica Pablo.

El sueño de ambos: «Ver Riazor lleno habitualmente y que el equipo llegue a ACB, claro». Lo segundo no depende de ellos. La alegría naranja, en cambio, ya no tiene marcha atrás.