La necesidad propia marcada por la presión preolímpica, y la esperada bajada en su rendimiento de la selección brasileña después del esfuerzo realizado apenas 24 horas antes ante Croacia, hacían presagiar que la resistencia duraría lo que dura una hoja seca ante el fuego. Nos quedamos sin partido, para nuestra tranquilidad, en los diez primeros minutos donde una defensa fresca, tras el baño y masaje del día de descanso, maniató las leves intentonas de unos brasileños que les dolía hasta el alma después de protagonizar la sorpresa del campeonato y de paso cargarse la trayectoria impoluta de los croatas. Recuperamos nuestras señas de identidad en una evocación que nos muestra lo positivo de nuestra filosofía de juego. Aquella que es reconocida por cualquier aficionado y que nos ha conducido a la mayor de las glorias. Claro que teníamos una situación inmejorable para apartar todos los miedos y rearmarnos anímicamente para intentar dar el disgusto a los alemanes mañana. La estructura de estos campeonatos hace que los tiempos de descansos sean tan diversos como injustos. Ayer nos benefició y contra los croatas nos mató. El partido quedó visto para sentencia con una defensa cerrada, sólida y agresiva que consiguió elevar el porcentaje de nuestro portero a márgenes esperados y cuya primera consecuencia fueron los constantes contraataques. En ataque posicional mejoramos nuestros lanzamientos a media distancia ante la endeblez brasileña. Lo mejor asegurar el preolímpico y el resto de trámite.
Juan J. Fernández es Profesor Facultade de Ciencias do Deporte (UDC).
