La excelencia en balonmano no entiende de lamentos o disculpas de mal pagador. Todo aquello que en otros momentos nos ha encumbrado ayer puso al descubierto todas nuestras carencias deportivas. Llamábamos la atención sobre la irregularidad y el juego a tirones que no hacia albergar nada bueno para los nuestros. Demasiadas pérdidas de balón en ataque posicional, extremo izquierdo sin participación en toda la primera parte, desajustes continuos en el corazón de nuestra defensa, primer balón tocado por nuestros porteros en el minuto 20, marcadores en contra en situaciones de superioridad numérica… Demasiadas facilidades delante de la todopoderosa Francia.
El biorritmo del partido fue siempre a expensas de la fortaleza que demostraban los franceses en cada acción defensiva y en la ruptura continua de nuestra defensa con movimientos sencillos de su segunda línea. Su juego equilibrado y matizado por unos laterales peligrosos en el lanzamiento exterior fue determinante ante el mal día de los nuestros.
Lo más preocupante es la falta de un plan alternativo cuando el estudio de nuestras virtudes por el rival deja al descubierto la carencia de centímetros y lanzamiento exterior. Y no podemos olvidar el 39% de acierto en la segunda mitad de Sterbik que representa en el tanteo final una muerte dulce en la orilla.
Ahora llega la presión de la necesaria victoria sobre Brasil para no quedarse fuera de los preolímpicos, lo cual sería un cataclismo de proporciones bíblicas.
