Rafa Nadal reinventa su servicio para el Open de Australia

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WILLIAM WEST

El español debuta la próxima madrugada en Melbourne con una nueva mecánica de servicio después de no haber jugado un partido oficial desde que se retiró del US Open en septiembre

24 ene 2019 . Actualizado a las 17:30 h.

Como tantas otras veces, el pasado 7 de septiembre la rodilla retiró a Rafa Nadal. Con dos sets en contra ante Juan Martín del Potro en las semifinales del US Open, decidió parar. De aquel doloroso abandono en Nueva York trató de rascar algo. Durante los casi cuatro meses que se pasó de baja, añadió una nueva estrategia a sus rutinas. Reunió a su equipo y les propuso retocar la mecánica de su servicio, su golpe menos redondo, el gesto al que su tío Toni achacaba desajustes derivados de su condición de diestro para todo menos para el tenis. El nuevo swing lo probó en el bolo de exhibición de Abu Dabi frente a Kevin Anderson y en otro show hace unos días en Sídney frente a Kyrgios. Pero, sobre todo, lo lucirá desde la próxima madrugada en su debut en el Open de Australia (sobre las 3.00 del lunes, Eurosport). Regresa a Melbourne, donde solo logró un título, hace diez años, para desafiar a Novak Djokovic, el favorito número uno, a Roger Federer, el amo de los 20 títulos de grand slams a sus 37 años, y a la nueva generación de jóvenes: Zverev, Thiem, Khachanov, Coric...

«Estoy contento con mi nuevo gesto, pero tenemos que ver si funciona bajo presión, durante los partidos, que es realmente donde se comprueba el resultado», razonó ayer Nadal. A los 32 años y con 17 majors en su palmarés, en otoño Nadal quiso añadir un nuevo ajuste a un gesto, el del servicio, que ya había modificado en anteriores etapas. Su propio entrenador, Carlos Moyá, explicó el porqué del cambio hace unos días a la web de la ATP. «Siempre habíamos tenido la sensación de que la pelota de Rafa iba rápida en el saque, pero al botar se frenaba un poco. Ahora, con un movimiento más fluido, perseguimos que la pelota bote y no pierda toda esa velocidad. Buscamos que haga más daño y que la bola le vaya un poco más rápida», razona el exnúmero uno del mundo.

Tres detalles

El segundo entrenador de Nadal, Francis Roig, desmenuza el cambio de mecánica en tres aspectos. «El primero, que cuando empieza a ejecutar el swing lleva la mano más rato por abajo, en lugar de levantarla lateralmente», analiza el técnico. Un movimiento más amplio que le permitiría ganar cierta potencia. «El segundo, que en el momento de lanzar la pelota al aire no hace tanta flexión, aguanta mucho más el cuerpo arriba, bien erguido, en lugar de sentarse, porque así pierde dinamismo». Es decir, Nadal no se impulsa ahora tanto de abajo arriba, sino más hacia adelante, como completa el tercer retoque: «Entra bien con la pierna derecha dentro de la pista tras caer».

De hecho, a Nadal se le ha visto situarse de entrada, cuando inicia su rutina de servicio, unos centímetros por detrás de la línea de fondo. No es hasta cuando se lanza la pelota para sacar cuando se adelanta, con un movimiento de las piernas, antes de juntarlas y golpear avanzando hacia adelante.

Si se pusiese a un lado el servicio, Nadal sería todavía más dominante en el tenis actual. Lo confirman los datos de la ATP del 2018. Su rendimiento al resto no encuentra comparación. Es el mejor en puntos ganados con el saque del rival (el 36,5 % del total, frente al 30,2 % de Djokovic y el 23,9 % de Federer). Mientras que cuando él tiene la iniciativa, se deja el 14% de los juegos, más que los rivales de su prestigio. El servicio de estadísticas del circuito masculino genera un valor de rendimiento al servicio en el que Nadal ocupa solo el duodécimo lugar.

Aunque desde siempre ha sabido exprimir sus recursos. Pese a ser el jugador número 89 en la cifra de aces, sabe jugar con la estrategia y los efectos para rentabilizar un servicio que no es de los más potentes. La mentalidad permite además a Nadal, pese a esos matices del servicio, demostrar su cuajo bajo presión y salvar más puntos de break que ningún otro jugador, el 70,5%.

La nueva mecánica de servicio afecta también al segundo saque, con el que Nadal mejora los números que Federer y Djokovic. «La parábola que hace la pelota es ahora un poco diferente. No lleva tanto efecto, va más directa. Puede tener un poco más de riesgo, pero también un poco más de ventaja: al rival le cuesta entender el movimiento de la bola porque le embiste más», explica Moyá. Como una esponja que ha ido incorporando mejoras a lo largo de toda su carrera, Nadal ya ha automatizado plenamente el nuevo gesto. «Se siente como si hubiera sacado así durante toda su vida», cree su entrenador.

Nadal da así otra vuelta de tuerca a un golpe clave, más si cabe en el tenis actual. «Siempre hay cosas que mejorar. Tomamos la decisión en el momento oportuno. Mi saque ha sido algo que he intentado perfeccionar durante toda mi carrera y creo que lo hice, pero hay que intentar dar un paso más. Estoy feliz por tener la motivación de intentar hacer algo nuevo. Y estoy feliz porque si soy capaz de ponerlo en práctica me ayudará en mi juego a largo plazo», concluyó ayer.