Para coger una ola de gran tamaño hay que valer. Están pensadas para cuatro, que han nacido para ello, y que se han entrenado a fondo para poder hacerlo. Son pocos los elegidos. He surfeado olas de cuatro metros pero nunca me he visto sobre una de ocho. Tampoco creo que esté preparada para ello. La exigencia que requiere es muy grande. Hay deportistas que se dedican ya en exclusiva a ello y hay lugares como Nazaré, en Portugal, o Jaws, en Hawái, que se han puesto de moda para esta práctica. Se convierte el surf en un espectáculo, casi en un producto de márketing. No sé si, además, estaremos corriendo demasiados riesgos. En el último campeonato de Jaws se jugaron bastante la vida. Espero que por querer llevarlo al límite no les acabe pasando factura. Ya no es solo una cuestión de adrenalina, al añadirle el componente competitivo lo hace todavía más peligroso. Podía haber tenido oportunidad en mi carrera de probarlo y sin embargo no lo busqué, nunca me ha llamado la atención. Quizá el hecho de tener que acompañarte de una moto de agua sea lo que hace que no me atraiga demasiado. Siento que es como perder la esencia del surf, ir a remo y sin ningún tipo de ayuda. He competido muchos años y creo también que se debe medir el número de eventos. Si se nos va de las manos, acabaremos pervirtiendo los sitios naturales, provocando su masificación y acabando con su verdadera magia. Justo lo que más me ha atraído de Galicia para instalarme aquí. Me gusta mucho la costa de Ferrol para surfear en primavera y en verano. Ahora, en invierno, busco más la zona del Cantábrico, de Burela y las playas de A Mariña. Es un paraíso que no se debe perder.
Estitxu Estremo fue campeona de Europa de longboard en el 2010.