Olvidados por el Balón de Oro, afrontan uno de sus últimos pulsos buscando un hueco en la historia

Lois Balado
A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

Han sido diez años de reinado a los que el croata Luka Modric ha puesto fin. Tal ha sido el dominio de estos dos gigantes, que a la mínima oportunidad que ha tenido France Football de acabar con su dominio en el Balón de Oro lo ha aprovechado para sentar a un nuevo inquilino en el trono. Modric I, El Breve. El turnismo, igual que en las democracias, es bueno. Sobre todo para el márketing.

El centrocampista croata del Real Madrid es un buen relevo. Se diría que una figura de consenso. El problema -si es que es un problema, porque Modric no parece un tipo que necesite de fastos para sentirse realizado- es que los derrocados no quieren renunciar a su puesto en la élite por mucho que los Griezmann, Neymar, Mbappé y compañía exijan públicamente un servicio en su mesa. El argentino y el portugués reivindican su puesto en la corte haciendo lo de siempre. Destrozando porterías allá por donde pasan.

Messi, el quinto mejor jugador del mundo en el 2018 según la publicación francesa, viene de dar una exhibición en el derbi catalán con dos golazos de falta incluidos que hace a los amantes del fútbol frotarse los ojos para cerciorar que ese quinto lugar en el ránking mundial no es producto de un mal sueño. Lo hizo, además, inmerso en el colmo de los colmos. El protagonizado por Pelé diciendo que el argentino solo tiene una pierna, un regate y que no sabe rematar de cabeza. Quizás el brasileño no recuerde que fue un testarazo ante el Manchester United en Wembley lo que le llevó a levantar su primer Balón de Oro.

Más benevolentes fueron las votaciones del Balón de Oro con Cristiano Ronaldo. El portugués fue designado como el segundo mejor jugador de la temporada pasada después de ganar la Champions League y de una breve estancia en Rusia con su selección. Cristiano ni siquiera acudió a la gala. «Creo que me lo merezco todos los años», dijo a la Gazzeta en una entrevista en la que también reta a Messi a abandonar España. El 7 de la Juventus, dorsal que ha conservado tras su paso por el United y el Madrid -con un breve lapso con el 9- está centrado en su nueva y, de momento, prolífica etapa en Italia. Los tiempos de adaptación no existen para él y ya encabeza la lista de goleadores de la Serie A con un ratio de 0,67 tantos por partido, con su equipo líder de la Liga y ya clasificado como primero de grupo para los octavos de final de la Liga de Campeones con holgura, al igual que el Barcelona de Leo Messi.

Ahora ambos, en la distancia y olvidados -algunos dirían que maltratados- por el Balón de Oro, vuelven a retarse con la Orejona como premio final y sabedores de que los focos siguen puestos en ellos por mucho que la alfombra roja busque nuevos posados. Los años pasan, el portugués tiene ya 33 y el argentino 31, y desde ahora sus encuentros durante la temporada se contarán con los dedos de una mano. El margen de error se reduce si quieren verse las caras y dirimir, en la que puede ser una de las últimas oportunidades, el puesto de emperador futbolístico. Porque lo de ser reyes se les ha quedado pequeño hace tiempo.

Es pronto para juzgar su lugar en la historia. La incapacidad de ambos para ganar un Mundial es para muchos la gran mancha en sus currículums. Parece el argumento incontestable de los críticos, pero poco ha importado el subcampeonato de Modric a la hora de concederle el Balón de Oro por delante de Griezzman o Varane.

Solo la trituradora alemana impidió a la Argentina de Messi -porque en el Mundial de Brasil la albiceleste era Messi y poco más- alzar el cetro mundial. Cristiano nunca ha llegado tan lejos, pero su papel con su combinado nacional debe ponderarse en su justa medida. Si el argentino guió a Argentina hasta una final en el 2014 siendo el gran protagonista, Ronaldo llevó a Portugal a conquistar una Eurocopa por primera vez con el brazalete de capitán en el campo y el cargo de caudillo en el vestuario. Fue un logro totalmente inesperado. Después de aquella Eurocopa obtenida por Grecia, probablemente la inversión de rédito más millonaria para el buscador de apuestas improbables.

103 goles en 188 partidos con su selección suma Cristiano. El resto de mitos nacionales se han quedado en nada. Eusebio, por poner un ejemplo, alcanzó la cifra de 41 goles en los 64 partidos que disputó con el combinado luso.

Probablemente ninguno levantará una Copa del Mundo. El tiempo se agota y el próximo ciclo queda lejos. Será una sombra con la que Messi tendrá que convivir siempre. Hay que reconocerle a Diego Armando Maradona su capacidad para convertirse en leyenda con una carrera mucho menos goleadora, mucho menos ganadora y mucho menos exigente. Es esa ley no escrita que hace que la historia juzgue con más cariño a los malogrados por el camino.

Messi y Cristiano, Cristiano y Messi. Diez Balones de Oro y prácticamente todos los títulos habidos y por haber sobre el tablero camino a la final de la Copa de Europa en Madrid. Sin Eurocopas ni Mundiales en el horizonte cercano, quien más cerca se quede de la copa continental tendrá mucho ganado de cara a desequilibrar la balanza.

Ayerra

Maradona, Cruyff y Di Stéfano ya son etapas superadas en sus carreras. Palabras mayores. Del gran póker histórico, solo el lenguaraz Pelé sobrevive a su paso. O Rei, desde su almena y después de años de repartirse tortazos publicos con Maradona, cada uno defendiendo su legado, ataca ahora al 10 del Barcelona. El Pelusa, tres cuartos de lo mismo, pese a que después de cada dardo insista en el cariño y la predilección que siente por la estrella blaugrana. Los dos parecen tener a Messi entre ceja y ceja. Tal vez sientan su puesto en la historia amenazado por un futbolista al que aún le quedan muchas porterías por perforar.

Paso a paso, los dos cracs se reencuentran ahora con la Champions. Cristiano quiere levantar su cuarto trofeo consecutivo con un equipo que no logra proclamarse campeón desde hace 22 años y con cinco finales perdidas entre medias. Si su desembarco supone se traduce en ganarla, se convertirá junto a Seedorf en el único futbolista en levantar la Copa de Europa con tres clubes distintos. Messi busca la cuarta. Los dos se miran de reojo.

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