La selección, tabla de salvación para Isco

Colpisa

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MICHAL CIZEK | AFP

El talentoso jugador blanco vive un momento de ostracismo en el Real Madrid

14 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Para la mayoría de futbolistas, el tópico de «seguir trabajando en mi club para ser llamado por la selección» suele ser norma. De esta manera, el buen hacer en un equipo sirve para llamar la atención del seleccionador. Sin embargo, el orden de estos factores se altera en el caso de un jugador, diferente en muchas cosas y también en este aspecto. Para Isco, la llamada de la selección española no es sólo un premio, sino un oasis en medio del desierto cuando las cosas llegan mal dadas para él en el Madrid.

El malagueño ha utilizado sus presencias con España como trampolín en algunos de sus momentos más delicados de blanco. Esta situación vuelve a repetirse ahora, cuando parece relegado en la gestión de la plantilla blanca de Solari y no sólo ha perdido la condición de titular, sino que además ha visto como Lucas Vázquez, Ceballos, Vinícius o Asensio le adelantan entre las preferencias del técnico argentino.

A pesar de este sombrío panorama, del que se ha recuperado varias veces en sus irregulares cinco temporadas y media en el Santiago Bernabéu, el talentoso futbolista sigue siendo otro cuando cambia el blanco por el rojo. Isco debutó en febrero de 2013 con la selección de la mano de Vicente del Bosque y dispuso de una presencia irregular en el combinado nacional dirigido por el salmantino, con 14 partidos y un gol y sin minutos en la Eurocopa de Francia de 2016. Sin embargo, desde entonces se siente con mando en plaza cuando aparece España en escena, puesto que goza de la plena confianza de Luis Enrique, al igual que lo hizo en el Mundial con Fernando Hierro al mando y durante toda la etapa de Julen Lopetegui.

El técnico vasco otorgó los galones al malagueño desde su llegada a la selección y aunque no pudo incluirlo en su primera convocatoria en septiembre de 2016 por un esguince de tobillo, ya entonces quiso dejar claro que su ausencia se debía única y exclusivamente a sus problemas físicos. La especial conexión entre entrenador y jugador desde su exitosa etapa común en la sub21 se dejaba notar en la defensa a ultranza del técnico, que contó con Isco en su segunda convocatoria en octubre de ese mismo año a pesar de su mal momento en el Madrid, con el que apenas había disputado 192 minutos de juego en 4 partidos de Liga y uno de Supercopa de Europa tras dos meses de competición. El futbolista no jugó en el partido clasificatorio para el Mundial de Rusia disputado en Italia, pero saltó al césped en Albania y a partir de entonces tuvo presencia en los partidos oficiales ante Macedonia e Israel en Granada y Gijón y en los amistosos frente a Francia e Inglaterra en el Stade de France y en Wembley. El impulso de la selección sirvió a Isco para acabar siendo un fijo en el Madrid, titular en Málaga en el partido en el que el conjunto blanco conquistó la Liga y en la final de la Champions ante la Juventus en Cardiff, que supuso la duodécima corona continental del club de Chamartín.

Baja en el peor momento del Madrid Ya el pasado curso, Isco fue titular en prácticamente toda la temporada con el Madrid y con la selección, donde fue un fijo para Hierro en el Mundial de Rusia, puesto que en una situación totalmente opuesta a la de la Eurocopa de Francia, jugó todos y cada uno de los minutos de la selección en sus cuatro partidos en el torneo. La llegada al Madrid del técnico que más confianza había depositado en su fútbol parecía traer buenos presagios para el malagueño, que comenzó la temporada como indiscutible y con un par de goles importantes en San Mamés y ante la Roma en el Bernabéu en el debut en Champions. Sin embargo, una operación de apendicitis apartó al futbolista de los terrenos de juego durante casi un mes. Unas semanas fatídicas en las que el Madrid de Lopetegui entró en barrena con derrotas ligueras ante el Sevilla y el Alavés a domicilio, tropezó en Champions ante el CSKA en Moscú y sumó un empate en el derbi ante el Atlético en el Bernabéu como exiguo botín.

Su reaparición no sirvió para enderezar el rumbo de un equipo que veía como su técnico caía víctima de un sonrojante 5-1 en el Camp Nou . La llegada de Solari ha traído la suplencia para Isco, que salió desde el banquillo ante el Valladolid y en la visita al Viktoria Pilsen y que no disputó ni un minuto en Balaídos ante el Celta. Todo ello antes del regreso a la selección, que llega de nuevo como esa tabla de salvación a la que el virtuoso futbolista costasoleño suele agarrarse cuando las cosas se ponen feas de blanco.