El Compos salva un punto

A. PARADA RIBEIRA / LA VOZ

DEPORTES

CARMELA QUEIJEIRO

Igualó en Barraña con un gol del central Piscu

11 nov 2018 . Actualizado a las 21:01 h.

Barraña albergó un duelo de viejos conocidos que hizo honor a todo lo que se había prometido. El Boiro de Rubén López se vio las caras con el Compos de Yago Iglesias en un igualado encuentro en el que los locales vieron esfumarse dos de los tres puntos en los últimos compases de la segunda parte (1-1). Hubo gritos, suspiros, lamentos y sonrisas, pero sobre todo, hubo buen fútbol.

Los barbanzanos recibieron a uno de los claros candidatos a llevarse la liga con un planteamiento de juego del que su técnico ya había adelantado que sería la única forma de plantar cara a los santiagueses. Bajo un control exhaustivo de los huecos y aprovechando cualquier minúsculo error, con esa tónica transcurrieron una bellos primera media hora en el que los grandes rostros del día no tardaron en destacar.

Por parte del Boiro, Lezcano y Carlos Romero supusieron un auténtico quebradero de cabeza y de la banda rival, conjunción que encajó perfectamente con un Changui y un Ángel que se entendieron perfectamente a la hora de generar peligro en la cocina visitante. Por parte de los compostelanos, Brais Abelenda, junto a un Álex Ares intratable, se impuso como el jugador clave a la hora de estructurar las jugadas que inevitablemente se transformaban en oportunidades. A pesar de todo, ambos conjuntos se marchaban a vestuarios con el marcador intacto y la Bella ciao sonando de fondo.

Tras un regreso salpicado de imprecisiones por parte de los dos equipos, los boiristas recondujeron el partido y tras un par de intentos llegaba la recompensa en el minuto 51 al luminoso. Changui encendió la mecha al dejársela perfecta a Ángel, que tras recortar y ejecutar media ruleta se fue de dos. Dentro del área, la devolvió al presidente del Boiro para volver a recibirla y fusilar ajustándola al palo derecho. Tocó en Álvaro Casas, pero el gol ya estaba sentenciado.

Yago Iglesias no tardó en reaccionar y reconfiguró el esquema llamando a filas a Miki y a Samu, una elección acertada a raíz de todo el trabajo que Rodri tuvo que atajar en la portería local. Entonces, tras varias intentonas, se consuma el temor del desgaste y ni la presencia de un férreo Borja Outeiral salvó el fusilamiento de un rechace que Piscu transformó en las tablas a falta de un cuarto de hora para el final.

Cual decorado hollywoodiense, al empate le sucedieron diez minutos de lluvia intensa que les sobraron tanto a unos como a otros para disparar los últimos cartuchos en los seis del descuento. A pesar de haber intensidad por ambos, todo se quedó en pólvora mojada y despedidas.