Las fuertes lluvias obligan a suspender el Boca - River

La Voz / Agencias

DEPORTES

La ida de la Copa Libertadores queda aplazada para mañana debido al temporal que acecha Buenos Aires

11 nov 2018 . Actualizado a las 08:45 h.

El primer superclásico final de la Copa Libertadores de fútbol entre Boca Juniors y River Plate se suspendió hoy antes de comenzar debido a que la fuerte lluvia que caía en Buenos Aires anegó el césped del estadio de la Bombonera. «Está suspendido», anunció el presidente de Boca, Daniel Angelici.

El partido se disputará mañana domingo a las 16:00 hora local, 20:00 de la tarde en horario penínsular español.

Varios miles de aficionados habían desafiado el mal clima y llegado al estadio cuando fue comunicada la suspensión.

Antes de eso, el árbitro chileno Roberto Tobar había recorrido junto a sus colaboradores el césped de la Bombonera y comprobado que se encontraba anegado en gran parte de su extensión.

Los planteles de Boca y River habían demorado su partida al estadio y conocieron la decisión en los hoteles en los que se alojaron a la espera de la primera gran final.

Los futbolistas de Boca, inclusive, ya habían subido mayoritariamente al autobús que los iba a trasladar a la Bombonera cuando anunciaron que debían volver a las habitaciones.

Ante el cambio de planes, los dos equipos decidieron dedicar el resto de la jornada a entrenarse de cara al partido de mañana, informaron ambos clubes.

La lluvia caída este sábado sobre Buenos Aires fue equivalente a 10 centímetros, la misma cantidad que la ciudad recibe de media en los meses de noviembre, informó el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), el organismo a cargo de dar información sobre el clima en Argentina.

Pero las condiciones climáticas no cambiarán hasta el lunes inclusive, lo que pone en duda que mañana el partido pueda disputarse tal como lo programó la Conmebol.

«El panorama no es alentador. Las lluvias van a continuar durante todo el domingo, el lunes y el martes», dijo al canal Fox Sports el meteorólogo Christian Garavaglia.

Que el primer superclásico de la final continental haya sido aplazado hasta mañana también pone en duda la disputa de cinco partidos de la Superliga argentina que habían sido programados para ese día.

El segundo partido de la final se mantiene programado para el sábado 25 de noviembre, a las 17:00 horas (20:00 GMT) en el Monumental de River.

«Esta lluvia no quiere parar»: un diluvio en vez de un superclásico

Era la final del siglo, pero estuvo cerca de ser el diluvio del siglo. La intensa lluvia que cayó desde la madrugada en Buenos Aires obligó a suspender hoy el superclásico entre Boca Juniors y River Plate por la final de la Copa Libertadores de fútbol.

Desde temprano, llegar a la Bombonera se convirtió en una odisea: calles anegadas, accesos obstruidos y chaparrones intensos dificultaban el arribo de los hinchas, que a esta altura estaban pendientes de las noticias que pudieran llegar por las radios o las redes sociales.

Hacia las 14, tres horas antes del horario estipulado, la cancha amagó con mejorar, ya que la lluvia había parado y el césped estaba drenando bien. Sin embargo, otro intenso chaparrón acabó con las ilusiones de ver fútbol. Los charcos y los espejos de agua volvieron a tapar el césped.

A las 15:13, a casi dos horas del inicio del encuentro, una silbatina atronó la Bombonera, todavía a lejos del lleno esperado. El receptor de los silbidos era el árbitro chileno Roberto Tobar, que salió al terreno con sus colaboradores para corroborar el estado del campo.

Pasado los gritos iniciales, los hinchas se ilusionan con el juego. «La Boca es alegría, la Boca es carnaval, vamos a dar la vuelta, en el Monumental», cantan desaforados los entusiastas hinchas de Boca que desafiaron al temporal.

«Y ya lo ve, y ya lo ve, el que no salta, se fue a la B», surge espontáneo desde la segunda bandeja del estadio, en alusión al descenso que sufrió River hace siete años. La expectativa es total.

En esos momentos, uno de los árbitros asistentes hace picar el balón frente a una de las áreas, la más castigada por el agua. La pelota cae muerta, como si una bala le hubiese quitado todo el aire y no le permitiese botar.

«Uuuuhhhhhhh», es el grito descorazonado de los hinchas, que ven peligrar el juego. Pero la reacción surge inmediata. «Esta lluvia de mierda no quiere parar, los de River, que no paran de llorar», celebran bajo el agua.

La prueba de Tobar continúa. Se va hacia el centro del campo y patea la pelota, que rueda unos metros y dibuja una trayectoria que podría calificarse como normal. «Bieeeeeeen», festejan los hinchas, como si se tratara una gambeta de Pavón o un quite de Barrios en pleno superclásico.

Pero la breve celebración se corta pronto. Tobar patea hacia uno de los laterales y el agua frena la pelota a los tres metros.

No hacía falta mucho ingenio para darse cuenta de que el partido no se iba a jugar, al menos en el horario estipulado. Pero mientras el árbitro todavía no había abandonado el campo, el presidente de Boca, Daniel Angelici, ya confirmaba la suspensión por televisión y anunciaba que el encuentro se reprogramaba para 24 horas más tarde.

El boca a boca en la tribuna iba propagando la mala nueva, hasta que a las 15:27, la voz del estadio lo anunció oficialmente a los hinchas.

Los silbidos acompañaron el anuncio, pero pronto el enojo cambió de destinatario. «Sos cagón, sos cagón, River sos cagón», cantan los hinchas para descargar un poco de adrenalina, después de tanta espera.

La final del siglo deberá esperar otras 24 horas. Si la lluvia lo permite, claro.