Cuando el motocrós es el gran circo

DEPORTES

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Adrián Garrido Gago  participó en el Mundial y, mientras espera una oportunidad para correr el Dakar, realiza exhibiciones en Macau

09 oct 2018 . Actualizado a las 11:08 h.

¿Pero qué tendrá que ver el motociclismo de alta competición y el Circo del Sol? Pues el vínculo no solo existe, sino que es gallego y tiene nombre propio: Adrián Garrido Gago (Verín, 1984). Y se extiende por más de 11.000 kilómetros. Hasta Macau, donde este piloto que llegó a disputar carreras del Mundial de enduro forma parte del elenco de Dragone, promotor de espectáculos vinculados al Circo del Sol. Adrián Garrido, a quien estuvo a punto de acompañar el piloto y entrenador Román Pérez, lleva cinco años viviendo en Taipa. Atrás dejó una trayectoria envidiable, que espera cerrar algún día con una participación en el Dakar (intenta cuajar un proyecto junto a Román y Gómez Pallas).

Profesional del motociclismo desde el 2001 y emigrante desde el 2002, combinó el motocrós, supercrós, freestyle y enduro para ser campeón gallego, portugués y de España en diferentes categorías (incluida la absoluta), podio en el Europeo, ha participado en el Mundial, el Marisquiño y la Baja Aragón, ganó campeonatos internacionales en Sudamérica, ha sido profesor de motocrós hasta el 2008. Vivió en Barcelona, Valencia y Brasil, superó una grave lesión de hombro y alguna estafa por parte de supuestos patrocinadores, pero también militó en los equipos más punteros antes de crear su propia escuela. «Quisiera que el Dakar hubiese sido el siguiente paso en mi carrera, pero no fue así», explica. Con este currículo no tardaron en llegarle ofertas. Aunque la que terminó aceptando lo alejaba de la competición. Macau sería su próximo destino. Las exhibiciones de freestyle, su futuro. El Circo del Sol, su contratante.

Sesión de fotos tras el espectáculo con los aficionados
Sesión de fotos tras el espectáculo con los aficionados

Adrián Garrido actúa para Franco Dragone, compañía vinculada al Circo del Sol y que, tras ser socios, dividieron el espectáculo en teatros estables (donde trabaja el piloto gallego) o tours internacionales (la actividad más conocida del Cirque du Soleil). «Aunque preferiría la competición a la exhibición, sigo viviendo de lo que me gusta y creo que tengo el mejor trabajo que podría encontrar. Solo lo cambiaría por una propuesta viable para correr el Dakar», describe. De hecho, mata el gusanillo competitivo participando en el campeonato de velocidad de minigp, del que es el líder. «Estar aquí es la mejor opción para disfrutar de la familia y viajar a un montón de destinos cercanos en Asía», se felicita.

Adrián también lidera el campeonato de minigp
Adrián también lidera el campeonato de minigp

Asegura que se encuentra en un estado físico excelente gracias a su flexibilidad laboral (además de posibilidad de entrenarse con personal a su disposición, tiene carta blanca para competir en motocrós y freeride). Compite en maratones, pruebas ciclistas y se está iniciando en el triatlón con vistas al ironman y proyecta junto a la federación de Macau una escuela de pilotos con el objetivo de llevar a algún piloto hasta el Gran Premio de Macau.

«Llevar a mi hijo al cole y verlo disfrutar en las actividades que le gustan, como el fútbol o la gimnasia enriquece mi vida personal. Además, ya vamos juntos, él con su moto y yo con mi bicicleta eléctrica por los alrededores de Macau», cuenta. En el otro plato de la balanza, la morriña. «La fuerte influencia portuguesa de la excolonia lusa contribuyó a facilitar la adaptación, a pesar de la superpoblación y multiculturalidad», explica.

«Es importante marcarse retos con ilusión. Me esforcé por ser el mejor. En lo familiar he intentado bordarlo y apreciar cada segundo que vivo. Mis padres, mi mejor ejemplo. Han puesto todo de su parte para cumplir mis sueños. No he podido cumplir ser campeón del Mundo ni de Estados Unidos, pero amo el deporte del motor en todas sus variantes», concluye.

«Era fácil adivinar que Jorge Prado sería un monstruo»

Adrián formó parte del primer curso para ser entrenador de motociclismo homologado por la Universidad de Valencia. Uno de sus primeros alumnos en su escuela de pilotos fue Jorge Prado, flamante campeón del mundo de MX2. «Desde la primera entrevista, con 9 años de edad, su fluidez quedó patente. Era rotundo en sus respuestas, competitivo. Sabía dónde quería llegar. Con su técnica, era fácil adivinar que sería un monstruo del motocrós. Esa misma noche, cenando, les dije a mi padres: ‘Jorge va ser campeón del Mundo’». Nuestro apoyo fue siempre incondicional. «Se enfadaba consigo mismo cuando sabía que lo podía hacer mejor y no le salía», rememora. «Me recordaba mucho a mí de pequeño. «Para mí y mi familia ha sido un orgullo habernos cruzado con él y la suya. Desde aquí le enviamos nuestra enhorabuena y le deseamos suerte»,