Alejandro Valverde, de todos los colores

DEPORTES

CHRISTIAN BRUNA

01 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Alejandro Valverde, el Bala, tiene 38 años. 38 años. Reparen en la cifra. De los 20 primeros clasificados en Innsbruck, solo siete superan la treintena. Únicamente Mikel Nieve, con 34, se acerca medianamente a la edad del murciano. 38 años ?repetimos? de los cuales, quince se los ha gastado persiguiendo el oro que ayer se encontró al esprint.

Fotos en el podio con Astarloa, Van Petegem, Boonen, Geslin, Bettini, Zabel, Gilbert, Boasson Hagen, Rui Costa, Joaquim Rodríguez, Kwiatkowski y Gerrans pero en ninguna él estuvo en lo más alto. Hasta ayer. Bardet y Woods acompañaron al ciclista del Movistar. Un francés, un canadiense y un murciano. Bueno, y también un eslovaco porque Peter Sagan, tricampeón mundial, leyenda y gran reclamo de este deporte, acompañó a Valverde en el cajón durante el traspaso de poderes. No es para menos; cuando Sagan empezaba en esto, Valverde ya tenía en su casa tres medallas mundiales y una Vuelta. Respeto.

El Bala rompió a llorar antes de enfundarse el maillot arcoíris. Solo nos faltaba esa explosión cromática después de verle de todos los colores. De blanco como mejor joven y como líder de la combinada, de verde como el mejor a los puntos, de amarillo, brevemente, en el Tour y la continua búsqueda de identidad de La Vuelta a España nos ha permitido verle de azul, de oro y de rojo.

Blanco primero y rojo después, como la cara de muchos aficionados cuando la operación Puerto destapó la bolsa número 18 y convirtió a su mascota en el animal doméstico más famoso del pelotón. Dos años apartado fue el castigo. Es parte de su legado, como también lo es su duelo con Armstrong en el Courchevel. Como ayer, su arrancada y velocidad característica le brindaron la victoria en aquel verano del 2005.

A todos esos colores, súmenle el gris. Será el color del que quede el pelotón cuando se vaya. Su retirada va a doler. Uno de los más grandes.