«Un punto más, una bola más»

Fernando Rey Tapias

DEPORTES

JULIAN FINNEY | AFP

06 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Un punto más, una bola más… Son las palabras de Rafa Nadal después del épico partido ante Thiem. Así de simple explica el balear lo fundamental de la fortaleza mental que ha ido construyendo desde pequeño, y que le ha convertido en el referente deportivo mundial.

Encajó un 6-0 en menos de media hora, un set en blanco en el que solo pudo ganar siete puntos, superado por un aluvión de golpes ganadores de un rival en un gran estado de forma. Un rival tan fuerte físicamente como él, con un tenis tan poderoso como el suyo; mucho más joven; mucho menos castigado por las lesiones; con hambre de triunfo y conocedor de estar ante una de las mejores oportunidades de su carrera.

Todo pintaba mal para Rafa. Habría que preguntarse qué reacción tendría cualquier otro en una situación similar: enfado, quejas, pérdida de control… pero esas reacciones no tienen cabida en la mentalidad de Nadal. La exigente preparación que realizó con él su tío Toni incluyó la formación, con unos valores innegociables aplicados con una rigidez espartana: esfuerzo, humildad, superación, respeto… Sin ningún resquicio a la duda. Dar el máximo en cada entrenamiento, no tirar nunca la raqueta, ningún gesto negativo. Thiem, entrenado desde joven por Bresnik, un entrenador de la línea dura, fue formado también en la exigencia máxima, quizás la más parecida a la de Rafa, pero con una carencia, a la que muchos no le dan importancia porque no tiene que ver ni con la técnica, ni con el físico, ni con la táctica, pero decisiva para marcar la diferencia: el autocontrol.

Thiem se deja la vida en cada golpe, en cada carrera, pero pierde el control, como la gran mayoría, ante los fallos o una situación desfavorable en el marcador. Rafa se deja la vida en la pista, pero ante cualquier dificultad, por difícil que sea, está continuamente buscando una solución, sin regalarle nada al contrario, ni siquiera un mal gesto que alimente su confianza.

Fundamentalmente, por eso sacó adelante el partido de cuartos. Podríamos comentar sus cambios de táctica, con muchas más subidas a la red que las habituales, o con momentos de mayor agresividad de su tenis, para recuperar esa iniciativa de la que nunca disfrutó en el primer set, de su esfuerzo físico para aguantar las casi cinco horas de partido en unas agobiantes condiciones de calor y humedad. En saques directos, en golpes ganadores, en puntos ganados, Dominic fue superior, pero en la fortaleza mental, educada día tras día, semana tras semana, año tras año, con una firmeza total desde pequeño, ahí es donde Rafa superó al austríaco. Enorme mérito el suyo, pero en ocasiones como esta, no podemos olvidar la extraordinaria labor de un hombre que encontrándose con un niño con grandes capacidades, fue capaz de inculcarle las cualidades en el orden adecuado para que alcanzase el máximo de su potencial y se convirtiera en un referente mundial.

Ayer seguro que el tío Toni, en Manacor, se emocionó al final de un épico partido, orgulloso de haber acertado plenamente.