En esa vuelta de formación se vio como Álvaro Bautista (Ducati Desmosedici GP17) se salía de la pista y Maverick Viñales (Yamaha YZR M 1) -el más rápido en los últimos entrenamientos libres, que se realizaron en seco-, tenía un par de sustos en forma de «trallazos» de la rueda trasera de su moto. Nada más llegar todos los pilotos a la formación de salida se tomó la decisión de aplazar la misma y motos y pilotos regresaron a sus talleres, a la espera de una nueva decisión que, en cualquier caso, no parecía albergar nada bueno y todo apuntaba a la anulación del gran premio. A todos los problemas se unían los estrictamente técnicos, pues al ir las motos dotadas de discos de carbono, un material que cuanto más se calienta más frena, éstos no se iban a calentar apropiadamente y a rendir de manera óptima, como tampoco los neumáticos, que con tanta agua en pista no alcanzan su temperatura de trabajo.
Una concatenación de problemas y adversidades que hicieron sopesar la necesidad de arriesgarse a una decisión que podía poner en peligro la seguridad de los pilotos, que fue la que al final prevaleció, y por la cual se adoptó la decisión unánime de cancelar la carrera británica.