Legrá conquista el Mundial pluma

DEPORTES

Efe

Cubano de nacimiento, fue uno de los mitos del boxeo español

24 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El «atrevido muchacho» (como le calificaron los ingleses) había prometido trasladar a España a toda su familia. Si ganaba, claro. Y ganó. Nacía uno de los mitos más entrañables del boxeo español: José Legrá (Baracoa, Cuba, 1943).

Porque Legrá era cubano de nacimiento pero hace cincuenta años se proclamó campeón del mundo de peso pluma como español. Ya conocía a su rival de entonces, el galés Howard Winstone de haberse enfrentado tres años antes. Podría haberse proclamado entonces campeón de Europa, pero aún no tenía la nacionalidad española para optar a ello.

Sea como fuere, para el boxeo español, 1968 fue el año que cambió el mundo, porque José Legrá dio continuidad a la gesta de Baltasar Belenguer Hervás al lograr al cinturón mundial de peso gallo en 1935. Después de Legrá, apenas una docena de púgiles más lograron un campeonato universal para España.

Legrá era en Cuba el puma de Baracoa y en Europa, el pequeño Cassius Clay. Sus bravatas calentaron el combate ante el tranquilo Howard Winstone en Porthcawl. Y le salió bien, porque en el quinto asalto se adjudicó el cinturón mundial por K. O. técnico. El galés había boxeado con un solo ojo desde el primer asalto. Y perdió en su propia casa. La proclamación del vencedor dio paso al éxtasis general, con el público español alzando a hombros al púgil, que cantaba el «La, la, la» a dúo con Matías Prats.

Después de aquello, a Pepe Legrá le cambió la vida. Competía en fama con los futbolistas. Muy atrás quedaba una durísima niñez en la que la lucha por la supervivencia era el pan de cada día. Vendió cacahuetes, limpió coches y fue el chico del periódico. Pero su pasión era el boxeo. Comenzó con mano de hierro desde la calle hasta el cuadrilátero, pero Fidel Castro truncó su despegue al prohibir los deportes profesionales en Cuba. Legrá decidió emigrar a España.

El hito de Gales le situó como uno de los mejores de todos los tiempos, aunque un año después perdiese la corona en Londres ante el australiano Johnny Famechon. La recuperó en 1971 ante Clemente Sánchez en Monterrey. Entre una y otra, repetía trono europeo al ganar al italiano Galli en Madrid en una velada promovida por el actor Tony Leblanc.

José Legrá dilapidó los cuatrocientos millones de pesetas que generó su carrera desde aquel combate de Gales, pero su vida no se apeó de una montaña rusa en la que incluso probó en el cine (Cuadrilátero, 1970) y la televisión (la serie Makinavaja o los programas VIP Noche y Tuttifrutti). Pero, por encima de todo y desde 1968, fue un símbolo del boxeo.