Luces y cámaras, LeBron James

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Geoff Burke | REUTERS

Ficha por los Lakers de Los Ángeles a cambio de 133 millones por cuatro años

03 jul 2018 . Actualizado a las 14:13 h.

No hubo entrevista promocionada a bombo y platillo para anunciar su decisión. Tampoco un gran titular, una exclusiva en ninguna revista especializada como ocurrió cuando LeBron decidió regresar a Cleveleland para cumplir una promesa. Por no haber, no hubo siquiera tiempo para la especulación, los rumores, las dudas y el cortejo. Solo un escueto comunicado de su agencia de representación difundido menos de 24 horas después de que el alero se convirtiese en agente libre. A LeBron James ya no le interesan los fuegos artificiales. Tampoco le hacen falta.

El que probablemente sea el mejor jugador de la NBA y, sin lugar a duda, uno de los mejores de la historia jugará en la franquicia más laureada de la liga los próximos cuatro años a cambio de una lluvia de millones. Los Ángeles Lakers pagarán un total de 154 millones de dólares -133 millones de euros- a la estrella.

La noticia entraba dentro de lo probable. Incluso rozaba lo esperado -LeBron tiene casa y negocios en Los Ángeles- y, sin embargo, ha puesto patas arriba todo lo que rodea al baloncesto. Nunca se está lo suficientemente prevenido para un movimiento en el que confluyen dos gigantes de estas dimensiones. Se acaba una época. La NBA no volverá a ser la misma.

No lo será por muchas razones. Supone el fin de una rivalidad entre dos franquicias -Cavs y Warriors- que se han repartido el campeonato los últimos cuatro años. Supone también la primera vez que LeBron pisa la Conferencia Oeste, el salvaje Oeste, al que ya se le queda corto ese adjetivo. Todos los MVP que aún quedan en activo jugarán este año allí mientras que en el Este se abre una autopista para que Boston Celtics y Philadelphia 76ers circulen a sus anchas hasta la final. Debe repensarse las cosas el comisionado de la liga porque la diferencia de exigencia entre las dos conferencias es escandalosa.

Como era de esperar, el anuncio de James ha iniciado un terremoto. Para empezar, los Lakers han firmado al pívot Javale McGee y a Lance Stephenson como primeros escuderos de LeBron, mientras que Caldwell-Pope ha renovado con los de púrpura y oro. Son solo los primeros ecos del efecto llamada que supondrá la llegada del alero que, como no podría ser de otra forma, lucirá el número 23.

Se espera la llegada de otra estrella y desde el Staples se suspira por dos nombres: Kawhi Leonard y Demarcus Cousins. El desorbitante salario de James deja con poco margen a la franquicia para incorporar a una de las dos estrellas. Deberán ponerle remedio con una milimétrica ingenieria salarial desde los despachos. Por lo que pueda pasar ya vigilan a Clint Capela y buscan opciones para que Julius Randle pueda continuar en el equipo.

Vuelven los Lakers. Cinco años sin entrar en los play off son inaceptables en California. Será extraño verle con la camiseta angelina, huérfana de una percha de relumbrón desde la retirada de Kobe Bryant.

Lebron, de vacaciones por Europa, rumia su venganza mientras mira a San Francisco.