La decisión de Griezmann

José M.Fernández PUNTO DE MIRA

DEPORTES

18 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Griezmann juega al fútbol y, además, tiene una clara vocación marketiniana. A los 26 años, ya ha tenido tiempo para contar su vida. Así, de sopetón y con toda una carrera por delante, tras una infancia soldada a un balón, haber sido reclutado por la Real Sociedad a los 14 años y después de que varios equipos de su país lo rechazaran por su endeblez física. En la ejemplar vida del Principito, en la trayectoria que le ha acercado a la mesa en la que comen Messi y Cristiano Ronaldo, nada ha sido fácil. Nunca lo es. «Detrás de la sonrisa las he pasado canutas. He llorado mucho para llegar hasta aquí», admite en una relato redactado por el periodista Arnaud Ramsey y contado en primera persona. Heredó la pasión por el fútbol de su abuelo materno, Amaro Lopes, un defensa que jugó en el Paços de Ferreira y que acabó instalándose en 1957 en Maçon, una pequeña ciudad del departamento de Saona y Loira.

Admirador confeso de David Beckham ?un modelo, también fuera del campo?, el relato de Griezmann desvela, quizá inconscientemente, que la burbuja en la que las estrellas del fútbol viven es algo más que una sospecha. «A veces come con los periodistas o los saluda con dos besos. Yo prefería que guardara las distancias, pero ella es así», dice sobre Maud, su hermana y la encargada de su comunicación con el mundo exterior. Poca cosa más allá de saber que su primer tatuaje es una frase de Antoine de Saint-Exupéry ?«haz de tu vida un sueño, y de un sueño una realidad»?, o su devoción por el mate y por la NBA. Y, siempre, la devoción por el marido de Victoria. «Beckham se ha convertido en una marca, algo que yo no soy todavía». La decisión, el exitoso documental realizado por la productora de Piqué es otro paso más, un sincero dilema envuelto en papel cuché, donde la línea que separa la verdad de la mentira, la apariencia de la realidad, es más difusa que nunca. Eso sí, cuidadosos planos de una exclusiva vivienda, un avión particular para disfrutar con los suyos de un par de días libres y una estudiada displicencia. Una ficción que deja al descubierto el ridículo de Bartomeu y de su entorno, lo avispado que es para los negocios Piqué y lo poco en serio que hay que tomarse el fútbol. Y que Grizmann sigue en el Atlético. Tiene 23 millones de razones. Netas.