De la prudencia a la exhibición

Fernando Rey Tapias

DEPORTES

CHRISTOPHE ARCHAMBAULT | AFP

05 jun 2018 . Actualizado a las 12:42 h.

La sensación de imbatibilidad en un partido de tenis en tierra batida al mejor de cinco sets ha vuelto. Rafa Nadal avanza y sortea dificultades contra rivales con moldes y estilos completamente diferentes. Enfrente, surgen jugadores que afrontan el partido ante el más grande especialista de arcilla con la máxima ilusión por ganarle, y él responde con una sensación de firmeza extraordinaria.

Así sucedió también con Marterer. El alemán era un rival difícil, porque es un chico atrevido, agresivo y que juega bien. Nadal dio la sensación de encarar el choque con esa cautela con la que se mira a los rivales menos conocidos. Así les pasa a los tenistas de arriba la primera vez que se cruzan con uno nuevo. Se afronta el partido con más respeto, a la espera de comprobar por uno mismo por donde sale. Marterer añade su condición de zurdo a esa cautela con la que podía esperarle Nadal, siempre incómodo para los rivales diestros.

A Marterer se le esperaba desinhibido y llegaba a octavos pletórico y con buenos resultados. Así que Rafa sabía que iba a salir a tope. Hasta el 2-2 y las dos bolas de break se notó esa desconfianza de Nadal respecto a lo nuevo, pero a partir de ahí ya puso la marcha que supera a los rivales en tierra como suele hacer. Salvo en el tercer set, en el que el alemán subió su nivel y encontró alguna mínima debilidad en Rafa.

Vimos la versión más redonda del diez veces campeón de Roland Garros. Juega cada día con más confianza, más seguro y más firme. Y una anécdota resulta significativa. Cuando acaban los partidos, los rivales, derrotados, comentan sorprendidos lo diferente que es ver sus partidos desde fuera o sufrirlos desde dentro. Le pasó a Marterer, que hace años había hecho de esparrin frente al español y le vino a reconocer que pega bolas increíbles y alcanza devoluciones inverosímiles. Nadal está pletórico: pasa al rival en la red con facilidad y sube a la red con bolas ya muy listas para definir bien de volea después. Sus porcentajes confirman todas sus óptimas sensaciones.