Empate en un clásico descafeinado pero lleno de polémica

Colpisa

DEPORTES

SERGIO PEREZ | REUTERS

Cristiano Ronaldo se marcho lesionado en un duelo marcado por la expulsión de Sergi Roberto

07 may 2018 . Actualizado a las 00:14 h.

El que pensara que iba a ser un clásico tranquilo seguramente no haya visto un partido entre estos dos equipos en su vida. Pese a los 15 puntos de diferencia entre el campeón y el Real Madrid, y que nada había en juego para ninguno de ellos, al duelo no le faltó de nada: tanganas, polémicas, expulsiones. y por supuesto, goles, cuatro, y algunos de bellísima factura. Lo que viene siendo un clásico de toda la vida.

La locura del Camp Nou acabó en tablas tras más de 90 minutos vibrantes, eléctricos entre dos equipos a tumba abierta que compensaron de la mejor forma posible los muchos errores que cometieron en lo puramente táctico. El Madrid sale reforzado para su final de Champions, mientras que el ya campeón de Liga mantiene una jornada más esa condición de invicto que va camino de ser más que histórica. Jugó el Madrid toda la segunda mitad con uno menos y no fue capaz de doblegar al líder. Se queda pendiente el equipo blanco del tobillo de su estrella que no jugó el segundo tiempo por lesión. Mientras, el Barça sigue sacando a relucir de lo que es capaz incluso sin su mejor versión.

JOSEP LAGO | AFP

Muy al contrario de lo que dictaba la lógica, el Barça apenas llevó la voz cantante en el duelo. Se sobrepuso muy bien el Real Madrid al gol inicial de Luis Suárez. Como si de un golpe liberador se tratase, pasados unos minutos, se repuso el equipo de Zidane para empatar el choque y tomar el mando del mismo. Cristiano Ronaldo aprovechaba una dejaba de Benzemá para colocar las tablas y dejar al Barça fuera de sitio. No encontraba el camino para llegar a la puerta de Keylor pese a que tuvo un para de ellas muy claras antes del descanso para haberse adelantado. Las mismas que el Madrid que llegaba de forma más fluida a la meta de Ter Stegen. El alemán evitaría el segundo de un Cristiano Ronaldo que sólo duraría la primera mitad sobre el verde. El gol le costó caro y el golpe que recibió en el tobillo al marcarlo le dejaría en el vestuario al descanso.

Un alivio para los azulgrana que habían sufrido durante los primeros 45 minutos primeros y les tocaría seguir haciéndolo con uno menos en el segundo de los tiempos. Antes de las tonganas y la expulsión de Sergi Roberto, al Barça le costaba enormemente crear fútbol y su pasillo central era incapaz de hilvanar alguna jugada con sentido. Coutinho estaba desaparecido en la banda derecha, Messi apenas entraba en juego pese a bajar continuamente a la medular para pedirla y los que no suelen errar, Iniesta o Busquets, no cuajaron su mejor encuentro. El manchego decía adiós con un empate a su último clásico como profesional. El visitante dominó El Madrid, con un guión más primario, llegó incluso a tener minutos de control y mayor posesión, pero cómo más cómodo estaba era saliendo a la contra. Un arma que también asumiría el Barça ante la inferioridad numérica.

Pensó el Barça que cualquier ataque es preferible a la mejor de las defensas y salió a buscar la victoria tras el descanso con mayor descaro que en el primer asalto. Con 10 jugadores buscó incluso más la presión alta que con todos los efectivos. En una de esas, forzó Luis Suárez un robo a Varane para darle un balón a Messi. El argentino, que venía pasando desapercibido, hizo la de siempre en el área rival para batir a Keylor y poner a los suyos por delante.

El gol del argentino espolearía a los suyos que quiso contrarrestar la inferioridad numérica con un juego más rápido y más fluido. La duda estaba en cuánto aguantaría la gasolina de los locales para poder jugarle así al Madrid.

Los entrenadores buscaban encontrar la tecla para sacar el resultado delante. Mientras Valverde metía músculo en el verde para compensar la expulsión de Sergi Roberto, Zidane buscaba piezas que le dieran rapidez y verticalidad. Entraban Asensio y Lucas Vázquez para romper con la racha de impasibilidad del campeón de Liga.

Sería el primero el culpable en buena parte del golazo de Bale que igualaría el choque. El mallorquín vio el hueco entre la defensa culé cuando mejor estaba el Barça. De hecho, un par de minutos antes de que el delantero galés marcase su golazo, Keylor había evitado el 3-1 sacando un gol claro de Messi. Sería una jugada determinante para el devenir del choque pues Bale no fallaría poco después. Su gol, volvía a cambiar los roles y la confianza en los dos equipos.

Aunque el Barça sacaba todo el orgullo del que permanece invicto 42 partidos después y Messi cogió el toro por los cuernos para sacar a los suyos de la cueva. De no ser por Keylor, el argentino habría levantado el choque. Habrá quien siga pensando que el portero costarricense no es portero para el equipo blanco.