Ricardo Hevia: «Aplastamos al Madrid de Romay»

Miguel Cabana
Miguel Cabana LUGO / LA VOZ

DEPORTES

Alberto López

Por primera vez en la historia, el Breogán derrotó al Madrid de las grandes figuras. La victoria por 14 puntos hizo salir a los lucenses en masa a las calles para festejarlo

25 abr 2018 . Actualizado a las 17:44 h.

El 13 de enero de 1991 se produjo en Lugo una gesta inolvidable. El Breogán, que este año volverá a la ACB, le ganó por primera vez, y con paliza de 14 puntos de ventaja, a aquel mítico Real Madrid de Romay, Biriukov, Antonio Martín y otras glorias del baloncesto que dirigía Brabender. Entrenaba al Breogán Ricardo Hevia, que aún hoy se emociona recordando aquel magnífico encuentro ganado punto a punto y tomando cada vez más ventaja hasta acabar en el histórico 81-67.

Los inicios del partido ya fueron complicados por el gran tirón que poseía aquel Real Madrid, y a pesar de que se retransmitía en directo por televisión, recuerda Ricardo Hevia. «Cuando llegamos al pabellón vi a un policía hablando por un teléfono móvil de aquellos de maleta. Le pedía refuerzos al Gobierno Civil porque las gradas ya estaban a reventar; aún quedaban miles de personas fuera y tenía miedo de que aquel gentío causase una catástrofe». Casi 4.000 personas abarrotaban el pabellón y se colgaban de las barandillas y hasta de los carteles de publicidad de Winston. Algunas puertas no se pudieron cerrar porque quedaron bloqueadas por el gentío.

Los jugadores del Breogán, entonces patrocinado por Whisky DYC, llevaron el partido controlado desde el principio, a pesar de que Biriukov abrió el marcador con un triple. «Les hicimos mucho daño por el interior, porque fuimos a por ellos directamente desde el principio con tres hombres altos. Empezamos a tomar ventaja y, apoyados en Manel Sánchez y en los dos bases, que metieron 25 puntos cada uno, el partido fue creciendo hasta acabar con facilidad», relata Hevia. «Lo más difícil fue creernos que les íbamos a ganar, tanto nosotros como el público. Al final lo acabaremos perdiendo, decía la gente, porque era el Madrid e impresionaba. Pero lo cierto es que jugamos muy cómodos y no tuvimos problemas para dominarlos». Hevia recuerda a su amigo Manolo, que se marchó del pabellón unos minutos antes del final para no tener que ver cómo perdían. «Porque jugamos como nunca y perderemos como siempre, dijo, y se fue. Se fue escuchándolo por la radio, y cuando ganamos tuvo que volver corriendo al pabellón», evoca Hevia entre risas.

Al ver la marcha del partido por la tele, empezó a acudir hacia el pabellón una muchedumbre «y se montó allí un gentío como en San Froilán. Salimos del lugar como toreros, apartando como podíamos al público que nos aplaudía y vitoreaba. Y la pista también se llenó de seguidores que saltaron al campo al final para abrazar a los jugadores».

La crónica de La Voz de aquel día dice que media hora después de rematado el choque el público seguía aplaudiendo.

Hevia se acercó luego al hotel del Madrid para charlar con su buen amigo Brabender. «Estaban fastidiados, porque lo ganaban todo y no se esperaban perder aquí por primera vez. Pero mis jugadores lo hicieron muy bien». Formaban aquella plantilla Juanmi Alonso, Manel Sánchez, Óscar Peña, Víctor Fernández, los americanos Claude Riley y Mike Giomi, Xavi Roca, José Manuel Cabezudo, Baena, Paco Dosaula y Angelín Rebollo.

Tras el partido, el entrenador lucense recuerda que «había en la ciudad una euforia como si se hubiese conseguido algo grande. Había tanta gente coreando '¡Breogán, Breogán!' que no se podía dormir ni se andaba por la calle. Entré en el Bingo para tomarme algo y también estaba abarrotado de público, que me empezó a aplaudir. Yo no sabía donde meterme», admite.

Hoy Hevia sigue en contacto con muchos jugadores de aquella época, entre ellos Romay, «el que mejores chistes tiene en el wasap, pero mañana cuando lea esta crónica será el blanco de las bromas, porque en aquel partido solo metió dos puntos», sonríe socarrón el técnico.