Italia y su fútbol alumbran un nuevo Renacimiento

Fabián Bouzas

DEPORTES

Alessandro Bianchi | REUTERS

El pase de la Roma a las semifinales de la Champions League, la exhibición de la Juventus en el Bernabéu o un Nápoles que sueña con conquistar la Serie A 28 años después. El fútbol italiano vuelve a la aristocracia europea

28 may 2018 . Actualizado a las 16:57 h.

En una de las múltiples estampas de emoción que se recogieron el pasado martes en el Olímpico de Roma una de ellas guarda un especial simbolismo que explica la grandeza de la gesta romana tras triturar y eliminar al Barça de la Champions League. En la imagen el sempiterno Daniele de Rossi, sujetando sobre su espalda al otro gran símbolo romano postTotti, Alessandro Florenzi. Ambos romanos, romanistas, canteranos giallorosos, hijos de un único escudo y cuyo pase a semifinales vivieron con ese plus de intensidad que supone conseguir el mayor hito de la Roma a nivel continental en este siglo.

La imagen trasciende más allá del equipo romano, ambos son los rostros de un fútbol italiano que se ha levantado de sus propias ruinas, un grito futbolístico que ha hecho que los ojos del fútbol europeo hayan vuelto a posar su atención en el Calcio. La gesta de la Roma, junto al recital de la Juventus en el Santiago Bernabéu han devuelto al fútbol italiano a un nostálgico esplendor tras años marcados por la mediocridad y tedio balompédico. Mientras, en el campeonato local, el Nápoles vuelve a soñar con un ansiado Scudetto que anhelan desde la marcha de Diego Armando Maradona y la Lazio reverdece viejos laureles soñando con volver a la próxima edición de la Champions League.

ALBERTO LINGRIA | REUTERS

Juventus, cabeza visible del calcio

El caso de la Juventus y la Roma en Champions League es solo la punta del iceberg de la recuperación del fútbol italiano, siendo a la vez casos y entidades en una situación deportiva muy distinta. La Juventus lleva siendo en el último lustro el gran y único referente de Italia en Europa; dominador imponente de la Serie A tras la conquista de los últimos seis títulos ligueros, la vecchia signora ha tenido también una enorme regularidad en la Champions League, tocando con los dedos el título en 2015 y 2017, con derrotas en la final ante FC Barcelona y Real Madrid. Cambian los nombres; de Antonio Conte a Massimiliano Allegri, de Morata y Tévez a Higuain y Dybala o de Pogba y Pirlo a Douglas Costa o Pjanic, pero la identidad de un equipo sólido, ambicioso y comprometido se mantiene inquebrantable. Figuras irremplazables, icónicas ya para la afición juventina como Buffon, Chiellini o Barzagli han permitido una excelsa regularidad de un equipo asentado en la aristocracia del fútbol mundial.

SUSANA VERA | Reuters

La Roma, por su parte, es la representación de los nuevos aires del Calcio. El pasado verano el traumático adiós al fútbol del eterno capitán Francesco Totti marcó también el inicio de un nuevo ciclo en la entidad. Un ciclo y un proyecto que se impulsaría en estos próximos años y para el que se contrató al arquitecto del mejor Sevilla de la historia. Monchi aterrizó en Roma el pasado verano con plenos poderes para devolver la grandeza a un equipo histórico que había estado penando en la irregularidad en esta última década.

Monchi, bandera del proyecto

Como director deportivo, Monchi se rodeó de figuras influyentes, perfectos conocedores de la idiosincrasia de la entidad como el propio Francesco Totti. A partir de ahí hizo lo que mejor sabe hacer, armar un proyecto económicamente sostenible y deportivamente ultracompetitivo; 12 altas y 13 bajas, 93 millones de euros invertidos en fichajes y 149 recibidos en ventas. Llegaron jóvenes de perfil bajo, que en apenas ocho meses han multiplicado ya su valor; el turco Cengiz Ünder, Lorenzo Pellegrini, Patrik Schick, Rick Karsdorp o el veterano Kolarov fueron algunas de sus apuestas. Para ello vendió piezas clave de la entidad como Salah, Rüdiger o Leandro Paredes.

Para aunar y conjuntar las bases del proyecto, Monchi reclutó como técnico a Eusebio Di Francesco, un discípulo y reconocido admirador de Zdenek Zeman, que llegó a la Roma tras ser el artífice del mejor Sassuolo de la historia. Con el modesto club italiano logró primero un histórico ascenso a la Serie A en 2013, consiguió la permanencia los años posteriores y llegó a disputar la Europa League la pasada temporada. Su llegada el pasado verano se enmarca en un proyecto de varios años basado en la paciencia, el crecimiento sostenible deportivo y económico y un fútbol atractivo. La histórica clasificación para las semifinales ha roto todos los plazos e ideas del proyecto romanista; inmerso ya entre los cuatro mejores equipos de Europa; el de Monchi, Eusebio Di Francesco y la Roma es solo la punta de lanza de un proyecto que aspira a ser referencia del fútbol italiano en los próximos años.

Junto a la Roma, en el campeonato local asoman un Nápoles mayúsculo, que a falta de siete jornadas para el final mantiene vivo el sueño del título liguero. Situados a cuatro puntos de la Juventus, Maurizio Sarri y los suyos, con un fútbol dinámico y vistoso por bandera, tienen a su apasionada afición entregada al sueño de un título que esperan desde hace 28 años.

CARLO HERMANN | AFp

Además, el resurgir de la Lazio, ubicado en puestos de acceso a Champions League es otra de las grandes noticias del fútbol italiano. Con el pichichi Ciro Inmobile formando una pareja letal con el exdeportivista Luis Alberto, el conjunto lazial es cuarto, superando en la tabla a los dos equipos de Milán.

TIZIANA FABI | AFP

Todo este contexto de crecimiento y resurgimiento en el fútbol transalpino convive en el tiempo con uno de los momentos más delicados de la selección italiana. En el gran tablero de Rusia 2018 con las 32 mejores selecciones compitiendo por la Copa del Mundo no estará la azzurra, apeada el pasado mes de noviembre en la repesca ante Suecia. Asumida y asimilada la tercera ausencia en un mundial en toda la historia, Italia tiene en sus clubes y en su campeonato razones de peso para creer en un nuevo resurgir futbolístico. Esta vez, el renacimiento no es de brocha ni pincel, sino que se dibuja entre la hierba y el cuero para alentar el arte futbolístico; Italia y su fútbol están de vuelta.