Nadal, sobrado, tiene que descansar algo antes de París

DEPORTES

09 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Ahora que llegan los jóvenes a los primeros puestos de la ATP, conviene matizar que toman posiciones en el ránking por un motivo biológico. En algún momento los jugadores de treintaytantos van retirándose. Así que si Murray encadena lesión tras lesión, Djokovic viaja perdido en busca de la felicidad y su lugar en el mundo y Federer falta a torneo tras torneo, los veiteañeros tienen más oportunidades de asomar en las últimas rondas. Claro que en la nueva generación hay jugadores discretos y auténticos fenómenos como Alexander Zverev, un chico airado de 20 años que rinde en cualquier superficie, le pega con semejante violencia de derecha que de revés y apunta a marcar una época cuando el Big Four se vaya definitivamente. Pero ese prometedor cuarto jugador del ránking resulta insignificante en tierra si se le compara con Rafa Nadal, que lleva 104 victorias de 106 partidos al mejor de cinco sets en arcilla.

Por eso no sorprende el meneo que le dio Nadal a Zverev. Un repaso de libro pese al mínimo rodaje que el español tenía en sus piernas desde que se retiró en Australia. En su segundo partido en dos meses y medio ?el viernes se había paseado frente a Kohlschreiber? se le vio tan fresco de piernas como hambriento de victorias. Ejecutó su plan sin concesiones, y zarandeó con su juego de ataque y sus inteligentes dejadas a Zverev.

Para Nadal ahora solo importa Roland Garros. Ayer vino a ganar el primer partido de París. De hecho, debería aligerar el cargado calendario que afronta hasta la cita del Bois de Boulogne. A sus 31 años, y por encima de sentimentalismos, poco se le pierde encadenando los torneos de Montecarlo, Barcelona, Madrid y Roma, uno tras otro, con el riesgo de lesiones que conlleva semejante gira. Poco van a cambiar su trayectoria. Lo importante le espera en Roland Garros, y después en Wimbledon y el US Open. En menor medida, en la Davis y el Torneo de Maestros. El resto, tal es su dimensión, roza la avaricia.