Jugadores «influencers»

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

DEPORTES

ALESSANDRO DI MARCO

09 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Que vaya por delante su calidad. Son esa nueva generación de futbolistas que supuestamente sucederán al rey Messi y al príncipe Cristiano. Pero sus coronas prematuras les hacen creer que son la sal del fútbol. Porque van mucho más allá del campo. Son jugadores influencers. Por aclamación. Dulceidas del balón. Apetece más posar que pasar. Es normal que algunos se vean a sí mismos como los cromos más cotizados y acaben en el álbum del jeque del PSG. Morritos, corazones... Todo son risas hasta que llegan los mayores (véase el Real Madrid o la selección alemana) y la cosa acaba como el rosario de la aurora. Y entonces se entristecen porque no se les quiere lo suficiente. Dicen que igual se van. Y acaban siendo el picante y no la sal. El club francés, con Neymar, Mbappé y Verratti, no tiene la exclusiva. Ahí está Paulo Dybala, con sus 14,8 millones de seguidores y su tribu de palmeros argentinos, alguno de ellos hasta se atreve a decir que es mejor que Leo Messi, frase que por sí sola merecería una excomunión futbolística. El delantero de la Juve incluso celebra sus goles con el hashtag #dybalamask.

Huelen a Balón de Oro. A la mínima oportunidad, cuando Messi y Cristiano aflojen, entrenadores, futbolistas y periodistas del mundo se unirán en sagrada comunión para rendirse ante sus pares de botas personalizadas favoritas, ante ese futbolista que se sale, pero no en la FIFA, en el FIFA, en el videojuego. Y las grandes marcas, encantadas con el triunfo de sus muchachos. Como cuando Diego Forlán fue elegido mejor jugador del Mundial de Sudáfrica. Sí, el que ganó España. Esperemos que estos chicos que tanto prometen (al menos en las redes) se merezcan más sus medallas.

Huelen a premios. Pero, de momento, otras cosas huelen más a fútbol. Como el impresionismo de los pequeñitos. O el sudor del inglés de clase media de la Premier League que sabe que, cuando repiten un caño en el Match of the Day, él siempre es la víctima y no el asesino.

Deberían repasar la biografía de George Best. Fue el primer producto futbolístico de masas. Desataba pasiones más allá de la grada convencional. Un beatle. Los aficionados no dejan de recordar todo lo que fue. Ni de lamentar lo que no pudo ser.