¿Puede estudiar el deportista de élite?

DEPORTES

benito ordoñez

Las dificultades para compatibilizar el alto nivel con la preparación académica

30 ene 2019 . Actualizado a las 20:34 h.

En su casa de Zaragoza, Jonathan Barreiro (Cerceda, 1997) aprovecha un rato libre para hincar los codos. En la élite de la canasta, compagina la ACB y las convocatorias con la selección española absoluta, con la que debutó frente a Montenegro. «Ahora mismo estoy realizando un grado de gestión comercial y márketing a distancia, me organizo para estudiar en los desplazamientos y ratos libres, pero si no me dieran facilidades sería imposible. Cuando jugué en Ourense ya no había plazas allí y tuve que matricularme en Madrid y luego pedir el traslado por motivos laborales. El deportista no sabe donde estará la próxima temporada o incluso dónde terminará la actual y resulta muy difícil realizar cursos presenciales».

Barreiro siempre puso como condicionante en los equipos en los que jugó que, dentro de sus posibilidades, le ayudaran en la parte académica. Cuando militaba en el Sant-Yago coruñés, en edad cadete, su entrenador, Félix Bañobre era también su profesor de inglés. En el Real Madrid coincidió con Antonio Centenera, tutor académico en categorías inferiores. «Le guardo mucho cariño y respeto. Siempre estaba disponible. Pasamos muchas horas preparando exámenes hasta que conseguí sacar el Bachiller». Se graduó en Villanueva de la Cañada. «La alta competición te exige y te da, pero nunca te engaña, sabes que es por un tiempo determinado y que llegado el momento tienes que hacer una transición hacia tu otra vida».

Alessandra Aguilar

El del baloncestista gallego suyo es solo un ejemplo de deportista de alto nivel que trata de compatibilizar en activo la vida deportiva con una formación académica. A las puertas del colegio Gredos San Diego de Las Rozas nos encontramos a Alessandra Aguilar (Lugo, 1978). Ahí da clases, dentro de su formación práctica, la maratoniana que ha estado presente en las tres últimas citas olímpicas. Ahora de baja por maternidad, tras el nacimiento el 5 de febrero de su hija Ariadna, la atleta trata de actualizar su carrera en Magisterio para ejercer cuando abandone el deporte de élite.

benito ordoñez

«Estoy haciendo la adaptación al grado para dejarlo resuelto. Me diplomé hace más de 15 años y la carrera ha cambiado. Cuando estuve en la universidad no había ninguna facilidad», recuerda. Aguilar se tituló en Primaria en la especialidad de Inglés por la Universidad Complutense. Tardó un año más que la mayoría de sus compañeros de promoción debido a las dificultades para compaginarlo. «Dependía de la voluntad del profesor de turno. Si le gustaba el deporte, me entendía y podía ser algo más flexible. Pero si no, más de una vez me pasó que no podía acudir a un examen porque tenía un campeonato de España y me decían que me presentara a la siguiente convocatoria. No les valía un justificante de ausencia a clase por una prueba y tenía que cumplir un cupo de asistencia obligatoria. Me decían que correr era un hobbie, no una profesión», recuerda. Tiene claro que la formación es indispensable.

Rodrigo Germade, en la UCAM

Las dificultades para asistir con regularidad a un centro es lo que ha llevado al piragüista gallego Rodrigo Germade (Cangas, 1990) a optar por la formación a distancia. Campeón del mundo en el 2017 en K2 500 m, subcampeón con el K4 en la misma distancia y diploma olímpico en Río, Germade empezó por la UNED y ahora trata de avanzar en su formación en la UCAM. «Empecé hace dos años un grado de Derecho y espero poder acabar el primer curso en este. Voy lento, hago lo que puedo. Es una carrera que necesita mucho tiempo y no lo tengo. A veces que me despisto un poco y lo pago luego. Tengo flexibilidad con las fechas de los exámenes y la asistencia, de lo contrario sería imposible». El palista lamenta la falta de alternativas en muchos centros para que los deportistas de élite no se vean en una encrucijada.

«En la mayoría de las universidades hay poco apoyo, no lo ponen fácil. Llega un momento, si en el deporte progresas, en que es elegir una cosa o la otra. Hay facultades que te exigen estar mucho tiempo en el centro, pero no puedes dejar de entrenar. Hay deportistas que tienen condiciones y seguro tendrían la posibilidad de llegar lejos pero acaban abandonando porque saben que no van a vivir de los deportes minoritarios y son incapaces de compatibilizarlo. Yo trataré de hacerlo. No tengo claro aún si me gustaría ejercer la abogacía o el derecho de empresa».

Ingeniería de caminos y Ciencias del Deporte, los intentos de Gómez Noya

El triatleta Javier Gómez Noya se siente una excepción, un privilegiado dentro del deporte minoritario. «Hay que ser realistas, yo tengo la suerte de ganarme la vida con esto, pero el 99% no lo van a hacer. Y necesitas una formación». Noya tuvo dos incursiones universitarias, las dos fallidas al no lograr compatibilizarlas con su despegue deportivo. «Antes, al menos, las universidades no daban muchas facilidades. Estudié Ingeniería de Caminos durante dos años en A Coruña. Durante esos dos cursos, no tuve vida. Ahora es lo mismo, pero de otra forma, solo triatlón».

Aprobó casi todo primero y parte de segundo. Pero acabó abandonando. Luego se matriculó en Ciencias del Deporte, en Pontevedra. Sacó el primer curso completo y dejó el segundo a medias. «Me arrepiento de no haberla empezado antes, para poder haberla terminado. Pero es que desde el 2006 llevé ya unos días de locos. No era difícil, pero tenía prácticas obligatorias y debía elegir, o iba a las carreras o iba a clase. Opté por competir». El triatleta reivindica el ejemplo de Mario Mola, del que dice orgulloso, encontró la fórmula para repartir tiempos y esfuerzos. «En un momento llega el dilema de elegir. No seré yo quien diga a nadie lo que tiene que hacer, pero mientras puedas compaginarlo, aunque haya que sacrificarse, es lo ideal».

Pola: «De jugar al fútbol sala no voy a vivir cuando me retire» 

Campeón de la Eurocopa en el 2016 y subcampeón este año, el vigués Adrián Alonso Pola ha llegado a la cumbre del fútbol sala. Es un fijo en el Inter Movistar, club que lidera la competición doméstica y en la selección española. En junio cumplirá los 30. «No podría permitirme vivir el resto de mi vida de lo que gane con el fútbol sala. Sé que ahora llevo una vida cómoda pero cuando me retire tendré que trabajar. Me he concienciado y por eso me he puesto a estudiar, para al menos hacer algo que me guste. No sé si montaré una clínica o seguiré vinculado así al fútbol sala en algún club». Este año espera terminar el segundo curso de Fisioterapia en la Universidad Europea. «Voy despacio, es complicado compaginar. En los viajes me cuesta mucho estudiar. Tengo compañeros que lo han intentado en otras universidades y le dicen que sin ir a clase es imposible licenciarse».