La papaya mecánica está verde

DEPORTES

Alejandro García

Una fuga de aceite obliga a Fernando Alonso a parar y a salir al paso de la sucesión de averías que ha sufrido en la pretemporada con el McLaren

08 mar 2018 . Actualizado a las 16:22 h.

Quizás se precipitó Fernando Alonso cuando se felicitaba a los cuatro vientos en el circuito de Barcelona, tras completar la primera semana de entrenamientos, solo por detrás de Hamilton y Vettel. Al parecer, esta temporada no tendría que preocuparse tanto de la mecánica.

Sin embargo, el paso del tiempo se ha encargado de tumbar el optimismo generado por las primeras doce vueltas con el coche, más el comportamiento inmediatamente posterior.

En los últimos días, el McLaren y el motor Renault han dado más de un quebradero de cabeza al piloto español. Tras la primera hora en su estreno, cuando todo iba sobre ruedas en el asfalto catalán, Alonso acabó en la grava por culpa de una tuerca defectuosa. Aquel día completó cuarenta y dos vueltas. El equipo estimaba hacer unas cien por día para llegar con confianza al inicio del Mundial. Con todo, Alonso estaba deseando que llegase esta semana. O eso decía.

Las cosas no mejoraron en las últimas horas para el McLaren. Si el martes era la batería la que dejaba tirado a Stoffel Vandoorne, este miércoles fue un problema que suena a vieja excusa, porque ya les ocurría en los tiempos de Honda: una fuga hidráulica afectó al motor que, si bien no se rompió, obligó a cambiarlo de nuevas. El problema es que ese cambio destrozó los planes previstos y Fernando Alonso rodó mucho menos de lo que querría.

Fue un frenazo a las ilusiones de un Alonso que había comenzado el día muy fuerte. Antes de quedarse tirado en la curva tres del circuito catalán, Alonso había dado 47 vueltas en apenas dos horas. Había probado con neumáticos medios, blandos e hiperblandos, esos que le permitieron bajar a un 1:19.856 que ya es el mejor tiempo del corredor español en estos test. Todo pintaba a un día perfecto. hasta que recibió la temida orden: «Para tu coche». Estas tres palabras, que tan habitualmente había escuchado el año pasado. Nada más dejar su coche aparcado como pudo, Alonso se retiró hacia boxes, mientras los comisarios aprovechaban la consecuente bandera roja para tirar sepiolita en el reguero de aceite que había dejado el MCL33.

Cuando el coche volvió a boxes, los ingenieros y mecánicos de la escudería de Woking encontraron lo que se temían. Una fuga de aceite, esa excusa tan manida pero que a veces es real, había provocado el abandono, lo que hacía obligatorio cambiar el motor entero si querían rodar algo ese día. Adiós no sólo a la mañana de trabajo, sino a buena parte de la tarde, que incluso sin el parón para comer obligó a los técnicos a trabajar a destajo para permitir a Alonso rodar un poco. Al final, con apenas 12 minutos para el banderazo final del día, pudo salir a rodar para completar 57 vueltas.

A pesar de todo, Fernando Alonso relativizó el problema. El asturiano, que se quedó sin rodar durante más de seis horas, recordó que probaron todo lo que querían probar, y que ahora solo están en ese momento en el que hay que afinar la configuración. «El programa previsto era de más de 50 vueltas, pero Stoffel y yo descubrimos cosas. Mejor que esto pase en los test que en la vuelta 10 de Melbourne, así que estoy en cierto modo feliz de ver que el coche sea cada vez más y más fuerte», comentó. Si Australia fuera mañana mismo, nos iría bien. Estamos preparados», dijo.