Conquistó la Copa con una exhibición colectiva frente a un Madrid que tuvo opciones hasta el final
18 feb 2018 . Actualizado a las 23:40 h.El Barcelona tumbó al campeón. Cinco años después, volvió a proclamarse campeón de Copa y rompió contra pronóstico la hegemonía de un Real Madrid que aspiraba a un quinto título consecutivo. El conjunto catalán dominó la final a partir del segundo cuarto, desde la defensa y el domingo del rebote; llegó a alcanzar rentas de hasta 18 puntos en varias ocasiones, pero sufrió hasta el último segundo tras encajar 38 puntos en los últimos diez minutos.Un lanzamiento triple de Causeur o los palmeos de Taylor y Rudy Fernández pudieron cambiar el signo de un duelo siempre de claro color azulgrana, pero en el que el Madrid peleó hasta el último suspiro por el triunfo.
Un clásico nunca decepciona. Ni Real Madrid ni Barcelona se regalan nada. Tampoco lo hicieron este domingo. Ganó el conjunto catalán, que con Pesic, un viejo zorro que ya había conquistado la Copa con el conjunto catalán en el 2003, ha modificado su errática marcha. En la peor temporada que se le recuerda ?hasta la llegada del serbio, el conjunto catalán había ganado 19 partidos y perdido 22?, ha insuflado seguridad a un conjunto atenazado por la ansiedad.
Pesic dejó su huella en la cancha del Gran Canaria. Le hizo la vida imposible a un Doncic que solo anotó una canasta en juego, y fue ya en el último cuarto. El esloveno no pudo manejar el ritmo a su antojo y contagió su incomodidad al resto de un equipo que asistió en el segundo cuarto al despegue de un Barcelona excepcional en el balance defensivo y superior en la pintura, y que tuvo en Tomic y en Ribas a sus protagonistas ofensivos. Con ellos se fabricó el la renta antes del descanso (34-40) y con el escolta internacional la amplió en el espectacular arranque del tercer cuarto, con un 1-11 que marcó el resto del choque y llevó al Madrid a un estado de ansiedad que lastró sus posibilidades de revertir la situación. Ahí, con 35-51, empezaron las prisas en el equipo blanco, con dificultades para acertar desde fuera y para hacer frente al juego interior de los de Pesic.
Al Madrid le pesa la prolongada ausencia de Llull, la inactividad de Ayón, el mal estado de Randolph y la irregularidad de Tavares. Ayer lo pagó. El Barça viene de un infierno y lo que necesita es aplicarse en defensa y sufrir para cambiar la dinámica. Pesic obligó a un esfuerzo mayúsculo a su plantilla y esta le respondió. Dos puntos del inconmensurable Ribas pusieron la máxima diferencia mediado el tercer cuarto (40-58); otro hubiera bajado los brazos ante la evidencia, sobre cuando seguía errático en el lanzamiento exterior, inferior en la pintura y su mejor hombre (Doncic) no encontraba el tono. No se entregó el Madrid, que subió la presión y entregó su suerte a un cinco de guerreros. Carroll, fallón hasta entonces, se reencontró con los triples, y el Madrid limó la diferencia hasta el definitivo 90-92 gracias a dos triples consecutivos de Thomkins. Heurtel erró dos tiros libre y el Madrid pudo forzar la prórroga e incluso dar la vuelta al marcador. Lo mereció por su constancia, pero no hubiera hecho justicia con un Barça que, aunque nadie lo esperara, conquistó el vigésimo cuarto título con toda justicia.