Piqué y la minoría «maravellosa»

José Manuel Fernández PUNTO Y COMA

DEPORTES

ALBERT GEA

05 feb 2018 . Actualizado a las 00:01 h.

Pónganse en su lugar. Imaginen por un momento que llegan a su habitualmente tranquila oficina y en la entrada le esperan un par de decenas de clientes que le reciben con una sonora pitada; ante su cara de asombro, el asunto se complica y, amparado en la masa, uno de los presentes le escupe mientras tres energúmenos corean unos cuantos insultos en los que implican a su esposa y a sus hijos, adornados, claro, de tintes racistas. Usted, profesional de amplio recorrido, apela a la máxima de que el cliente siempre tiene razón, que para eso paga, se obliga a sí mismo a hacer oídos sordos, se acomoda en la silla y aporrea el ordenador como si tal cosa. Los insultos reaparecen cada vez que levanta la cabeza o reclama la atención de algún compañero. La despedida está a la altura del recibimiento, pero usted, siempre buen profesional, agacha la cabeza y abandona la oficina agradecido por salir indemne y poder regresar al día siguiente.

A Gerard Piqué le sucede cada vez que visita al Espanyol de Barcelona, o el estadio de Cornellà. El central barcelonista y apóstol culé, tan aficionado a la ironía con los demás ?«Kevin Roldán, contigo empezó todo» o «cono... cido», en ambos casos referidos a compañeros de profesión? como a meterse en líos, bromeó con la ubicación de la casa del Espanyol. A la vista de la desmesurada reacción que provocó, al menos habrá que reconocerle su habilidad para pisar callos. El Espanyol, tan permisivo con quienes manchan su nombre con cánticos racistas y machistas intolerables, denunció a Gerard Piqué ante el Comité de Antiviolencia e incluso respondió en la prensa con páginas de publicidad ?está vez sí? con mensajes bastante más positivos y originales.

Resistir tantos años en el centro de la defensa del Barcelona y de la selección española o aguantar la presión de miles personas solo está al alcance de algunos superclase. Y en el campo, Piqué lo es, por eso quiero imaginarlo respetuoso con la «maravellosa minoría», lo que no supone que nos tenga que importar un comino su opinión sobre el procés, su aspiración a presidir algún día el Barcelona, sus edulcorados y ventajistas intentos de convertirse en un periodista o, como ayer, aludir a la procedencia china de los propietarios o consejeros del Espanyol.