Campeones con el futuro asegurado

Juan J.Fernández

DEPORTES

ANTONIO BAT | Efe

La riqueza táctica y el aporte de las nuevas generaciones auguran más éxitos para el balonmano español

03 feb 2018 . Actualizado a las 16:25 h.

Cuando ya los focos se han apagado y las últimas burbujas se disipan en la normalidad de lo cotidiano, llega el momento de la paz reflexiva y, apoyándonos en la erótica desatada por el éxito absoluto, extraer todas las enseñanzas para confeccionar un ecosistema futuro sin la displicencia del que se ahoga en sus propios logros. Todo lo sucedido en este europeo podemos calificarlo como excelso, tanto para el balonmano en general como para los nuestros en particular.

La edición XIII del campeonato de Europa será recordada por la gran igualdad. Partidos con unas dosis de emoción e incertidumbre nunca recordadas. No se tienen registros de una competición de este nivel donde los finalistas presentaran una tarjeta con dos o tres derrotas; siendo el mejor reflejo de las diferentes formas y modos que utilizaron las selecciones para optimizar su rendimiento. En algunos casos exprimiendo los cambios de normas para mitigar debilidades o potenciar virtudes, demostrando sobre todo un mayor dominio del uso del juego sin portero. Su uso más allá de la inferioridad numérica ha conllevado muchos suicidios tácticos.

El presente y el futuro están asegurados con la aparición de grandes jugadores con un potencial creativo y riqueza táctica sin la necesidad de los dos metros de rigor. Ondrej Zdrahala (checo), Kentin Mahe (francés), Luka Cindric (croata) o Kristian Bjornsen (noruego) son algunos ejemplos destacados. Por lo demás el sistema 6:0, defensa cerrada en torno a los seis metros con más o menos salida, fue la opción elegida por la mayoría, aunque mayor rendimiento atesoraron aquellos que alternaron con un 5:1 más imprevisto. España y Francia son el mejor ejemplo en ambos casos.

España se demostró que sigue siendo élite. Un año antes un gol contra Croacia nos dejó fuera de las semifinales. Ese listón es muy alto y exigente, pero nuestra historia lo reclama una y otra vez. El secreto del éxito es la persistencia por la meta; esta exige disciplina y la disciplina empieza siempre en uno mismo con respecto a los demás en un deporte de equipo. Amistad, cohesión, bondad y solidaridad son frases esgrimidas hasta la saciedad por cuerpo técnico y jugadores. Seguro que es así pero debemos sumar un gran carácter competitivo y una calidad pulida por los mejores orfebres del balonmano mundial: los entrenadores de base de nuestro país. Verdaderos artistas del entrenamiento y cuyo cabeza de cartel actual, Jordi Ribera, ha dejado constancia con maestría de premio Nobel.

Durante este torneo hemos oído hasta la saciedad que carecemos de lanzamiento a distancia para superar un 6:0 cerrado. Es cierto pero hay que destacar que este tipo de defensa también se puede romper con juego con los pivotes, con amplitud para los extremos y con velocidad de balón y dominio de los medios tácticos para penetrar. Es decir, dominamos tres de las cuatro soluciones. Algunos han decido llamarlo juego creativo, aunque más bien es dominio de la acción de juego.

Por último, y pensando en el futuro, debemos apuntar que si bien es cierto que muchos jugadores tendrán cerca de los 40 años en Tokio 2020 (Raúl, 39 años; Julen, 38; Sarmiento, Gedeón y Viran, 37), no es menos cierto que la renovación está siendo progresiva. El ecosistema actual exige rendimiento máximo en cada competición y hemos podido comprobar que en la actualidad la longevidad del jugador es mucho mayor. Lo tendrán difícil y será un proceso natural ya que por detrás vienen pidiendo paso a base de medallas europeas y mundiales (por ejemplo las generaciones del 92/93 o 96/97). Portería, extremos y pivotes ya son una realidad. Centrales y laterales están por definir pero váyanse acostumbrando a nombres como Daniel Dujshebaev (1.95 cm), Antonio Bazán (1.98 cm) o Andrés Soriano (2.03).

Podemos asegurar, para reconocimiento del entrenador español, que somos la envidia del universo balonmanístico. Somos con diferencia los que menos invertimos y más cosecha recogemos. Después de la crisis «somos más austeros y no somos deporte de negocio» reconocía un mito como Talant Dujshebaev; sin embargo las fichas aumentan y aparecen nuevos clubes. Esperemos que la gran repercusión mediática de este triunfo sirva para tomar un nuevo impulso.

Juan J. Fernández es profesor en la Facultade de Ciencias do Deporte (UDC)