Pallas y Vallejo concluyen con éxito su travesía del desierto

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El motorista fue 14.º en su clase y el copiloto ganó con Fuertes en debutantes

21 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Los gallegos sobrevivieron con nota al rali más duro de la historia. El Dakar, que tiene por bandera la extrema dificultad de las condiciones en la que los participantes deben completar el recorrido, cerró ayer en la Córdoba argentina su edición más áspera. Y los dos gallegos en competición, el piloto de motos Fran Gómez Pallas y el copiloto de coches Diego Vallejo, lo celebraron juntos en meta.

Gómez Pallas, carballés de Caracas, superó toda una odisea para completar su séptimo Dakar, rali al que faltaba desde el 2009. Pilotó una Honda CRF450RX en el equipo Indupanel Dakar Team. Llegó a la salida de Lima casi sin probarla y tuvo que recorrer los casi 9.000 kilómetros con el mínimo equipamiento. Fue 14.º en su clase (maratón, para motos de hasta 450 cc no oficiales) y 72.º en la general. Lo hizo, a pesar de haber tenido que remontar decenas de puestos por una penalización desde el primer día debido a una avería y a correr con los depósitos de combustible agujereados. Para colmo, una piedra impactó en su mano izquierda y tuvo que afrontar más de media docena de etapas con una hinchazón que le obligaba a detenerse cada cuarto de hora. Pallas ya había sido infiltrado en las dos muñecas por el doctor Arriaza tras una lesión en el antebrazo sufrida en Merzouga. Superó con sufrimiento las duras etapas de dunas de arena talco y tuvo que contenerse por las lesiones en su terreno preferido, Bolivia, incapaz de exigirle más a su tren superior.

Diego Vallejo llevó a Óscar Fuertes (32.º) a ganar en el apartado de debutantes, a bordo de su SsangYong Tivoli DKR. Fue el tercer Dakar del gallego, que se mostraba feliz: «Acabar es de las mayores proezas que he hecho. Hubo más abandonos que nunca. Doy fe de que ha sido una edición tan dura como dicen». Destacó la primera semana de dunas y altas temperaturas, de la que salieron indemnes cuando pilotos como Loeb tuvieron que abandonar.

Fuertes y Vallejo se las tuvieron que ingeniar para hacer funcionar el limpiaparabrisas, que había estropeado una ola del Pacífico que pasó literalmente por encima del coche. «La siguiente etapa era de mucho barro. Nos inventamos un artilugio mediante el cual Óscar y yo tirábamos uno para cada lado de una cuerda enganchada al limpiaparabrisas. Perdimos mucho tiempo y sufrimos como perros, pero lo recordaremos con cariño», relata. Además, elogió a Pallas: «Los que van en motos son superhombres para mí. Es de admirar lo que hizo Fran, con medios limitadísimos. Es el héroe de este Dakar».