Dani Mallo: «Estar loco ayuda a ser portero»

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A la contra«Algo me llamó de los tres palos y nunca los he traicionado», explica el cambrés

11 dic 2017 . Actualizado a las 18:50 h.

Daniel Mallo Castro (Cambre, 1979) dijo adiós hace unas semanas al fútbol en activo. Fue portero devoto del Deportivo, con el que ganó una Liga y la famosa Copa del Rey del Centenariazo, y ahora busca las fórmulas para seguir ligado a este deporte que tantas alegrías le ha dado.

-¿Cómo se llega al momento de decir «se acabó»?

-Pues en mi caso muy meditado. Mi ilusión al acabar la temporada pasada era seguir un año más pero no encontré destino. Y quieras que no, con 38 años, tienes que plantearte el futuro y, dándole muchas vueltas, pensé: «tal vez esté esperando algo que no llegue». Y no me quería marchar defraudado después de veinte años de carrera. En ese momento piensas que lo mejor es ponerte tú mismo el final a tu carrera y así lo hice.

-¿Y ahora qué?

-Ahora... Cerré una página de mi vida pero sigo escribiendo mi libro. Me gustaría seguir vinculado al fútbol y para ello me sigo formando. Con todas las vivencias que tengo, hay cosas que no me gustaría que los jugadores que están ahora sufrieran. Me gustaría ayudarles a que no padezcan cosas que me han pasado a mí, igual que hubo valores que me transmitieron algunos entrenadores a mí. Por eso, todo lo que he acumulado, si puedo transmitírselo a alguien, aunque sea en un grado muy pequeñito, pues estaría muy bien. Hablamos no solo de entrenar, también de otras competencias metodológicas. Ya soy entrenador de porteros titulado y es una cosa que me fascina. El banquillo me atrae más de lo que nunca me había imaginado pero de momento no me siento preparado ni tengo las competencias, pero sí que quiero formarme en todas las materias con las que pueda aportar a la gente que está empezando.

-El Deportivo solo tiene un título nacional juvenil. Fue con usted de portero. ¿Se desaprovechó aquella generación?

-A veces se enfadan conmigo por decirlo, pero todo el mundo tiene derecho a decir lo que piensa. Yo creo que sí. Si jugadores de otras canteras como Barça, Madrid, Sevilla o Valencia jugaron contra nosotros, no nos ganaron y llegaron a Primera División, es un poco extraño que casi ninguno de aquella generación lo hiciese. Es verdad que eran otros tiempos, que era muy difícil llegar a aquel Dépor, pero si me preguntan tengo que decir lo que pienso. Jugadores que tuvieron mucho más protagonismo que yo en aquella Copa como Deus, Carlos, Toni, Pablo, Cedeira, Bugarín, Oliva... Sería injusto si no digo alguno. Jugadores que merecían una oportunidad que nunca tuvieron.

-Por paciencia no fue. Hasta el año 2006 estuvo usted esperando esa verdadera oportunidad como blanquiazul.

-En aquel momento pensaba que era lo mejor. Era uno de esos niños que veía al Dépor por la tele, al que su abuelo llevaba a Riazor, que tenía la ilusión de triunfar allí... Vi esa opción y no me sentía inferior a los porteros que había a pesar de que eran unos monstruos: Molina, Kouba, Songo’o... Todos internacionales... Pero yo pensé que podía competir con ellos y por eso aguanté tanto. Luego, la realidad fue que nunca tuve la continuidad que esperaba, pero las decisiones se toman en el momento y no hay que arrepentirse de ellas.

-¿Son reales todas las afirmaciones que hay sobre la figura del portero? Primer mito. Hay que estar un poco loco para ser portero.

-Cierto [risas]. Porque aunque te metan un golazo todo el mundo va a pensar que lo podías parar. Hay que ser muy fuerte de cabeza para aguantar la crítica y si estás un poco loco te ayuda. Y luego, donde los jugadores van con el pie, tú pones la mano y la cara. Y para eso hay que valer. Un poco especial sí que hay que ser. Así que me siento un privilegiado por formar parte de ese pequeño grupo de locos que están bajo los palos.

-Otro. Los porteros son seres solitarios.

-[Silencio de 3 segundos]. No, yo creo que no. En el partido sí, porque no nos queda otro remedio. Pero por la experiencia que tengo los porteros son gente tremendamente solidaria, abiertos y muy empáticos con los compañeros. De hecho, los porteros suelen ser piezas fundamentales en los vestuarios porque son gente con mucho aplomo.

-Último mito. Los porteros lo son porque de pequeños eran muy malos como jugadores.

-Yo solo jugué dos partidos en otra posición y fue por necesidad. Así que no lo sé. A lo mejor sí, porque viéndome ahora con los pies tampoco es que sea gran cosa [risas]. Pero a mí me gustaba ser portero. En mi barrio me llamaban cuerpo a tierra porque andaba siempre por los suelos y de ahí nació mi pasión por la portería. No sé si por ver a Arconada por la tele, Schmeichel en el Mánchester... Algo me llamó de los tres palos y nunca los he traicionado.