Victorias con valor de oro

Alberto Blanco EN ZONA

DEPORTES

11 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

onquistar un campeonato exige, sin ninguna duda, ganar muchos partidos. Todos, tal vez. Pero además, obliga a todo aquel que quiera sumar un oro a hacer de sus días grises victorias de luz. A saber remar contracorriente. A entender que por el camino del sufrimiento y la paciencia acabas encontrando que todos los días sale el sol. Así fraguó España su pase a cuartos.

Los libros dirán que Pau Gasol es, ha sido y da la sensación que será durante mucho tiempo el jugador más determinante de la historia hispana. El tipo que siempre está. El que nunca falla. El que da la cara cada día. Su trascendencia ya supera la mística. Nos estamos haciendo viejos. Pero él, por lo que más quiera, se sigue manteniendo joven. Gracias a esos fisios americanos que tanto lo han cuidado, cambiado y mimado para alcanzar esos 37 soles a este nivel.

Turquía lo puso todo en manos de su chico púrpura: Kurkmaz. Entre él, su desbocado empuje defensivo, el ardor de las gradas, el estruendo de las vuvuzelas, lograron poner el partido en su único foco posible. Cinco minutos por jugar y 56-50 en contra en el marcador. Era su sueño. El gameplan, como se dice en nuestro argot.

Pero no contaban con Ricky, que lo bordó en esos momentos donde todo ardía. Donde el nudo en la garganta nos apretaba. Un triple sirvió para tumbar la resistencia turca. Por caer, cayó hasta la publicidad del banquillo español, en trance ante la bomba de Ricky. Antes el Chacho había salido al rescate con dos triples maravillosos al término del segundo y tercer período. Pero Turquía hurgaba en la herida. Volvía al partido cada vez.

El mal trago turco parece asumible ante tan laureado rival como es España. Peor se está pasando estas primeras horas por Lituania. El mayor tropiezo en la historia del básquet lituano a nivel de selecciones (casi 30 años de éxitos continuados) es peor que el huracán Irma. Está el país patas arriba. Y solo han pasado 24 horas. Vienen épocas de lío. Es como cuando Brasil no llega a la final de un Mundial de fútbol. Se avecina crisis de identidad en el baloncesto lituano.