El exportero del Real Madrid y de la Selección Española tiene una asignatura pendiente: montarse en un globo
08 sep 2017 . Actualizado a las 17:31 h.Con Paco Buyo (Betanzos, 1958) hay que quedar en su pueblo, claro. Mientras nos acomodamos en una de esas cafeterías que hay en los soportales me sorprenden su estatura y sus intensos ojos azules. Les garantizo que me había propuesto hablar de fútbol lo justo, no dejarme llevar. Pero al final, la charla rueda como un balón. Fútbol y fútbol. ¡Qué le vamos a hacer! Todos tenemos debilidades.
-Acaba de publicar un libro de memorias, «Mi vida en una parada». ¿Cómo le dio por ahí?
-Me lo habían propuesto algunas editoriales, aunque yo era un poco reacio. Pero al final un amigo y mi hija me empezaron a animar y me decidí. Y la verdad es que no ha estado mal.
-¿Cómo era de niño? ¿Era de los gamberretes?
-No. Inquieto en tal caso, pero noble; sin grandes trastadas.
-¿Nunca lo echaron de clase?
-No, no. Nunca. Es más, no recuerdo siquiera haber hecho pellas.
-¿Y el fútbol, desde siempre?
-Desde que era un mocoso. Me acuerdo que me ponía detrás de la portería y hacía de recogepelotas. Pero ya entonces las paraba.
-O sea, que era portero antes de jugar al fútbol.
-Bueno, también jugaba de delantero. Y muy bien. En el Ural jugaba de las dos cosas y acabé como máximo goleador y portero menos batido. Si me quedé en la portería fue por sentido común. Tenía más cualidades.
-¿Tuvo muchas novias?
-No. Prácticamente me casé con la primera, María, que también es de Betanzos.
-Pues los futbolistas tienen fama de ligones.
-A mí no me gustó ese mundo. Como profesional del fútbol debes dar una imagen.
-¿Cuál fue su mejor tarde?
-Humm. Recuerdo una maravillosa en Valladolid, jugando con el Sevilla, en la que el campo acabó coreando «¡Buyo, Buyo!». Y luego otra noche inolvidable en Turín con el Madrid, contra la Juventus, en la que nos clasificamos por penaltis.
-Últimamente estará disfrutando con la trayectoria del Madrid.
-Sí, claro. El Madrid ha tenido la virtud en los últimos años de fichar talento y juventud. Y producto nacional. Ha creado unos cimientos muy sólidos y le va bien en todos los aspectos.
-Si fuera el presidente del Madrid y dispusiera del dinero, ¿ficharía a Messi?
-No. A Messi no lo ficharía. Con un gallo en el corral es suficiente. El Madrid tiene la fortuna de contar con Cristiano Ronaldo.
-En este caso, la metáfora del gallo es adecuada. Siempre está enfadado.
-Es su carácter inconformista. Pero luego, cuando lo conoces un poco de cerca, hablas con él y ves lo que hace por los demás, cambias enseguida de opinión.
-¿Es el más grande que ha visto jugar?
-No. El más grande que yo he visto ha sido Maradona. Y le digo por qué. Si le dan a Messi un cuarto de las patadas que le dieron a Maradona, Messi no podría haber desarrollado su talento en un terreno de juego. Antes había mucha violencia en el fútbol. Si no tenías un poco de carácter, te comían.
-Qué lástima de una Copa de Europa para su generación, ¿no?
-Estuvimos a punto. Pero bueno, Buffon, que ha sido uno de los porteros más grandes de la historia se va a retirar sin conseguir la Champions.
-¿Qué le gusta hacer ahora?
-Mi familia es mi pasión. Tengo dos hijas y un hijo que también juega al fútbol. Me gusta pasear, viajar.
-Siendo de Betanzos, dominará el arte de la tortilla.
-Sí, claro. Además, mi mujer es una gran cocinera y nos ha enseñado a todos.
-¿Cuál es su lugar favorito?
-Yo soy un enamorado de Galicia.
-Como sale por televisión, seguro que lo conocen por la calle.
-Sí, sí que me conocen. Y me piden fotos. Los padres, los hijos... Yo nunca me niego.
-¿Qué le gustaría hacer que no ha hecho?
-Montar en globo. Y, ¿sabe qué? También me gustaría montarme en un caza, en uno de esos aviones supersónicos.
-Aparte del fútbol ¿qué se la da bien?
-Creo que soy un buen relaciones públicas.
-¿Y qué se le da mal?
-A veces soy demasiado sincero. Y eso me trae problemas, pero uno tiene que estar a gusto consigo mismo.
-¿Tiene algo postizo?
-Nada. Algún empaste por culpa de las chucherías que comía de pequeño.
-Dígame una canción.
-Yo soy muy nostálgico y tuve la suerte de conocer en Mallorca a Pucho Boedo; comía con él muchas veces. Elegiría una de Los Tamara. A Santiago voy, por ejemplo.
-¿Qué es lo más importante en la vida?
-La honestidad.