A Tokio se llega por el Atlántico

DEPORTES

Lois Balado

El surf se estrenará como disciplina olímpica en los próximos Juegos, donde el vigués Gony Zubizarreta podría tener opciones de medirse con los mejores

13 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Es el mejor surfista del momento en Europa hasta que alguien sobre una tabla diga lo contrario, aunque él parezca no estar demasiado al tanto. «No sé, ¿sí? Puede ser...». Gony Zubizarreta se lo toma con calma y le preocupa poco su posición, cierto es que temporal, en los ránkings del surf europeo. Luego hace cábalas. «Sí, porque gané en Caparica y en Zarauz, y cuentan para la clasificación europea. Lo sabía, pero se me olvida» y suelta una sonora carcajada.

Son miles las olas que han pasado bajo su tabla desde que se proclamó campeón del mundo sub-18. No hace falta que se le recuerde el año «2002, Australia», dice antes incluso de terminar la pregunta. Gony Zubizarreta se presentaba al mundo. «El mejor momento de mi vida. Seguro. Fue clave. Todavía estaba estudiando y me dije: 'Vale. Soy bueno. Hay que seguir'». No transmite soberbia. Tampoco falsa modestia. El equilibrio entre ambas es difícil y, sin embargo, él sabe estar en el medio, donde suele estar la virtud.

A sus 32 años admite que vive uno de los mejores momentos profesionales de su carrera. Quizás el mejor. Ha elegido bien los tiempos. El surf debutará como deporte olímpico en los próximos Juegos de Tokio, una cita de ensueño para cualquier profesional y, a priori, él podría tener opciones. Pero, al ser preguntado por la incorporación del surf como disciplina olímpica, Gony Zubizarreta vuelve a ser Gony Zubizarreta. «Sí, eso dicen... ¿cuánto queda?». Son aún tres años largos. Finalmente admite, eso sí tras insistir un par de veces en la pregunta, lo que cualquier deportista admitiría. «Sí, claro que me haría ilusión. Es algo gigante. Yo tendría 35, creo que estaré todavía en forma». 

Pero llegar a unos Juegos Olímpicos no es fácil, y en ocasiones las trabas se encuentran donde menos podrían imaginarse. «No estoy muy enterado de cómo va a ser el tema. La Federación Española tampoco nos está diciendo las cosas claras. No sé por qué. No sé si es que ellos tampoco las tienen. No entiendo por qué no explican realmente bien las cosas». Se encoge de hombros. 

Cuestión de esencia

Los primeros Juegos Olímpicos de la edad moderna se celebraron en Atenas. La siguiente sede fue París en el año 1900, a unos 200 kilómetros de la costa más cercana. Conviene recordar que las olas están en el mar. Parece una perogrullada, pero esta obviedad abre un debate casi filosófico entre los surfistas. Una opción sobre la mesa para las futuras sedes sin costa sería una piscina de olas. Una alternativa para unos, para otros una aberración que acaba con la romántica injusticia de este deporte. «Hay piscinas increíbles de olas buenísimas. A mí me encanta surfear en ellas, pero pierde un poco la esencia. No estás en el mar».

Y cuando Gony Zubizarreta pronuncia la palabra «mar» suena a romance. «Lo que tiene competir en el mar es que nunca sabes. Le puedes ganar a cualquiera y cualquiera te puede ganar. Dependes de tu intuición y de la suerte, porque nunca sabes la ola que va a venir después. En una piscina todas son iguales. Una, otra, otra... Es muy complicado competir en el surf, pero es lo bonito también, que nunca sabes lo que va a pasar. Pero, bueno, también puede que sea un poco más justo. No sé». Y vuelve a encogerse de hombros.

Puede que muchos no entiendan este debate, pero cuando Gony Zubizarreta empezó en esto ninguna de las escuelas que hoy proliferan en las playas existía. Fue su padre, un lutier del surf llegado de otro continente, el que subió por primera vez a un niño de Vigo a aquella ola.

«Ahora voy más relajado a los campeonatos»

Gony Zubizarreta ha sabido encontrar un hueco en su vertiginoso calendario para celebrar junto a la Federación Galega de Surf su vigésimo aniversario. Lo de vertiginoso suena a tópico, pero no muchos tienen en su agenda billetes para Sudáfrica, California o Hawái.

Llegó desde Portugal, donde tiene su residencia habitual. En Ericeira concretamente. «Es un sitio increíble para surfear. Las mejores olas de Europa están ahí, concentradas en cinco kilómetros». Las vistas, a golpe de Google, abren el apetito de cualquier viajero.

Pero este vigués ha sabido encontrar nuevos caminos en el surf que no implican ponerse el neopreno. Ha abierto su propia marca de accesorios y complementos. Algo que le quita tiempo, que imprime una marcha más a su ya frenética vida, pero que paradójicamente le ha ayudado a mejorar su rendimiento. «Hacer otras cosas me quita presión. Creo que las cosas me están saliendo bien este año también por eso. Voy más relajado a los campeonatos. Antes de la final en Zarauz, mientras mi rival estaba concentrado mirando al mar, yo estaba mandando facturas y al final gané».