Media hora, cortesía de Lux

Xurxo Fernández Fernández
Xurxo Fernández A CORUÑA / LA VOZ

DEPORTES

César Quian

El meta argentino aguantó con vida al Dépor antes de abandonar el campo lesionado

27 abr 2017 . Actualizado a las 15:55 h.

Fue un tío postizo, Miguel Lotini, el que dio con el mote. Poroto, empezó a llamarle, por la forma de la nariz, pequeña como un guisante. La misma napia que ayer le dio minutos extra de vida al Dépor. La que se interpuso entre el balón chutado por Morata y la red.

No acabó en gol el disparo a bocajarro del ariete, pero dejó a Riazor sin el único futbolista capaz de sostener a los de casa. De frenar a esa segunda unidad blanca guiada por Isco, que transformó el césped en baldosas para bailarlos a todos. Y ya puestos los azulejos, al frente de ataque del Dépor le costó un mundo no resbalar sobre ellos con la pelota en los pies. Kakuta, el más desatinado de los once, ni siquiera volvió al césped tras el descanso. Se quedó en la caseta junto a Lux, que ya había hecho lo suyo. El portero argentino ganó media hora para esos hinchas pacientes que a los 50 segundos de encuentro ya tenían a su equipo por detrás en el marcador. Del minuto 14 al 44, el Poroto detuvo sin ayuda al Madrid. Le negó una diana a Asensio, otra a Lucas y una más a Morata, con la nariz. Después de contenerlos a todos, vio a lo lejos como Andone ponía algo de emoción. Por un rato, no más, porque a la séptima llegada de los de Zidane, tocado por el balonazo, el portero rindió la meta, se fue al vestuario con una sobrecarga y no regresó.

Tyton se encargó de encajar los otros tres que hicieron los visitantes. Al polaco le queda contrato y margen de mejora. Lux, sin embargo, tiene más difícil seguir vistiendo de blanquiazul. No será por falta de ganas (ha repetido que se siente a gusto en la ciudad y el club), ni de méritos acumulados desde que reconquistó la plaza bajo palos. La versión más reciente del arquero de Carcarañá ha sido con diferencia la mejor.

Sin él, los de Zidane habrían rondado la docena, que se quedó en media, en otro encuentro para olvidar. Otra jornada para poner a prueba la paciencia de una de las hinchadas con la mecha más larga de la categoría. Inmune a la falta de ímpetu de un plantel que no fue capaz de ganar un solo balón dividido a las estrellas que vienen en el equipo de la capital.

El rival planteó un duelo abierto y ofreció espacios. El técnico de casa aceptó el envite y llenó el once de futbolistas de toque, pero poco dispuestos sin el balón. Como resultado, el grupo se deshizo. Nada que ver con el que plantó cara al Atlético y al Barça en plena dosis de efecto Mel. 

Renovación para Navarro

A medio naufragio, el entrenador del Dépor se lo pensó mejor y metió a Navarro para evitar un escándalo que pudiera lastrar moralmente al equipo de cara a próximas citas. El lateral se ganó así de golpe su renovación. Los últimos tres cuartos de hora de un choque sin más historia fueron suficientes para garantizarle al catalán un año más. Lo del Poroto, el de la nariz que evita goles, tendrá que esperar.