Londres importa la moda de Turín

Xurxo Fernández Fernández
xurxo fernández REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Jason Cairnduff | Reuters

El Chelsea lidera con autoridad la Premier tras una transformación impulsada por Antonio Conte

05 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Aquel año, en la grada del otro Artemio Franchi se adoraba a Chiesa. Un genovés menudo ejercía de hombre gol en el Siena, que vivía su época dorada ajeno a la desaparición que le sobrevendría varios cursos después (hoy, ya refundado, milita en la tercera categoría). El modesto equipo de la Toscana era prácticamente un novato en la Serie A (disputaba su tercera campaña en la élite) y tenía como objetivo único salvarse sin perder ningún hincha por infarto. Del reto se encargaba Luigi De Canio, técnico de amplísimo currículo que, y ahí está el detalle, empleaba de vez en cuando una zaga de tres (o de cinco, según el caso). En esas ocasiones recurría a un trío de centrales con pasado común: todos habían militado en la Juve. Tudor y Legrottaglie, varios cursos; Gastaldello, apenas uno. Todos habían coincidido allí con quien en el Siena ejercía de segundo entrenador. Porque De Canio tuteló la mili de Antonio Conte, a caballo entre el 2005 y el 2006, antes de que el brillante centrocampista se transformara en técnico de altísimo nivel.

Allí en Siena se pulió el hombre que ha sido capaz de sacar al Chelsea de su depresión. Al Artemio Franchi volvería después, ya como primer espada del banquillo, para rescatar al conjunto de la B. Ese estadio, que comparte nombre con el hogar de la Fiorentina, fue testigo de los primeros pasos y la primera gesta del míster que el pasado sábado dio una lección a Guardiola para destacar a su nuevo equipo al frente de la Premier League. Conte ascendió al Siena en el 2012, y de inmediato se enfrascó en un salto mortal.

La Juve no arrancaba y el director deportivo de los turineses, Giuseppe Marotta, decidió apostar por un viejo conocido, antiguo ídolo en pantalón corto de la afición. Conte se puso al frente de la Vecchia Signora y le devolvió con creces lo arrebatado por el Moggigate. Dos títulos habían perdido los blanquinegros por el amaño de partidos entre el 2004 y el 2006. Tres conquistaron a las órdenes del exjugador. El último (en la 2013-2014) batiendo el récord histórico de puntos en el Calcio (102) para cerrar una temporada que guarda similitudes con la que se está marcando el Chelsea en la actual.

Entonces, el conjunto de Delle Alpi no fue el que más tuvo la pelota (cuarto en posesión acumulada), ni el que más chutó a puerta (Milan), ni el que mejor pasó (Roma). Tampoco tuvo en sus filas al máximo anotador: Tévez hizo 19; Immobile, del Torino, marcó 22. Si destacó por algo aquel equipo fue por las dificultades que ponía a cualquiera que intentase hacerle gol. Desde hace varias jornadas tampoco es sencillo meterle mano a los de Stamford Bridge.

Y eso que el arranque de curso de la zaga del Chelsea fue poco prometedor. En los ocho primeros duelos (liga y copa) solo supieron blindar su portería frente al Burnley. Encajaron 13 tantos y recibieron una tunda del vecino que les obligó a escarmentar.

Útil derrota en el Emirates

Los blues llegaron al derbi del Emirates en la sexta jornada de una Premier en la que llevaban dos partidos sin vencer. Ante el Arsenal, Conte desplegó una defensa de cuatro, con Ivanovic, David Luiz, Cahill y Azpilicueta cerrando el paso hacia Cech. En la primera parte batieron al portero checo Alexis Sánchez, Theo Walcott y Özil. El encuentro concluyó así. También acabó con ese 3-0 el recorrido del dibujo empleado en el arranque de la competición. A partir de aquello, el Chelsea se defiende con tres (o con cinco, según el caso). Se ciñen los londinenses a la fórmula de moda en Europa, de la que parecía haber renegado Conte tras haberla exprimido para llegar a Stamford Bridge. Ivanovic desapareció del once y atrás se quedaron solos Azpilicueta, Cahill y David Luiz. La versión inglesa de los Chiellini, Bonucci y Barzagli que Conte había llevado desde la Juve a la selección italiana cuando la dirigió.

El carril izquierdo se lo entregó al nuevo, el español Marcos Alonso, llegado de Florencia por 25 millones de euros. El derecho, a un Victor Moses que había ido deambulando cedido en varios equipos (Liverpool, Stoke, West Ham) desde que el Chelsea pagase al Wigan cinco millones por él. La velocidad de ambos resultó decisiva el sábado, cuando el Manchester City sufrió su primera derrota en casa (1-3) y acabó desquiciado y con dos jugadores menos su duelo con los blues.

No fue la única vía que encontraron los visitantes para dejar cuatro puntos por detrás a quienes lideraban el torneo, ocho puntos por delante, al concluir aquel encuentro del Emirates. Porque Conte no solo ha recuperado un estilo, también ha rehabilitado a un futbolista con clase y a un goleador. Hazard y Diego Costa se habían perdido el curso pasado, atenazados por Mou. En este, han firmado 19 de las 32 dianas que acumula su equipo, y el internacional con España empata con Alexis Sánchez como pichichi de la competición. Además ha repartido cinco pases de gol. El Chelsea no es el que más tiene la pelota, ni el que más tira, ni el que más acierta al pasar, pero lleva ritmo de campeón.