El rugbi en el CRAT es un asunto de familia

Pablo Gómez Cundíns
PABLO GÓMEZ A CORUÑA / LA VOZ

DEPORTES

Higinio Martínez posa con sus hijos Mencía y Breogan en el campo de rugbi.
Higinio Martínez posa con sus hijos Mencía y Breogan en el campo de rugbi. MARCOS MÍGUEZ

El oval une por un lado, a Higinio, Mariquiña, Breogán y Mencía; y por el otro, a Jos, Belén, Iñaki y Ainhoa

25 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los rugbiers acuden al concepto familiar al presumir de los valores de su deporte. Lejos de la frivolidad, el CRAT ha optado por tomárselo al pie de la letra. Esta temporada ha servido para cerrar dos ciclos vitales en sendos domicilios vinculados históricamente al club.

Los estrenos en Liga Gallega el pasado domingo de Ainhoa Portos y en División de Honor en la primera jornada de Breogán Martínez han confirmado dos excepciones a la regla que asegura que el rugbi moderno no tiene continuidad generacional.

Ainhoa (A Coruña, 1997) debutó de la mano de su padre, Jos Portos (entrenador del sénior femenino del CRAT) tras haber probado con el baloncesto y el atletismo. Es prima de Paula Iglesias, una de las velocistas gallegas más prometedoras, preparada por su madre Margot (también exjugadora del INEF y CRAT). Pero lo suyo es el rugbi, porque «traslada fuera del campo toda la solidaridad que se necesita para jugarlo». «Pensaba que iba a ser peor lo de tener a mi padre de entrenador», dice Ainhoa. «Pero sabemos separar los roles», matiza. Recuerda la presencia del oval en el entorno familiar desde siempre y avanza que Iñaki «puede ser muy buen jugador porque es listo y con visión de juego».

Jos corrobora: «Para nosotros es una forma de vida. Nuestro ocio está muy vinculado al rugbi. El fin de año neozelandés en nuestra casa es sagrado». «Iñaki es la potencialidad en cuanto a técnica, pero yo me veo reflejado en Ainhoa, que es todo pundonor y llegará a donde se proponga», aventura.

Las olímpicas Vanessa Rial y Paula Medín contribuyeron a la trayectoria de Ainhoa, pero en casa todos sabían que Iñaki (A Coruña, 2000) acabaría con el oval en la mano. «No hizo falta que fuesen muy pesados, este deporte te engancha justo por lo que supone fuera del campo. Como el impresionante viaje a Bayona. Yo aprovecho para preguntar a mi padre por sus tiempos de jugador», relata.

El mismo entusiasmo muestra su madre, Belén Iglesias (Vigo, 1963), con una destacada trayectoria en el baloncesto (la hermana del ex de Obradoiro Mario Iglesias y entrenadora en el CB Culleredo, destacó en el Celta, Compañía de María y Vilagarcía) antes de enrolarse en el rugbi con el INEF (también entrenada por Jos) y el CRAT. «Me duelen más sus placajes de ahora que los que me hacían en mi época», bromea. «Es un deporte muy divertido, y les animo a que vayan protegidos y se preparen bien físicamente para disfrutarlo», explica la que organiza viajes de familia con motivo de importantes citas ovales, como la del preolímpico de Dublín, o la de Bayona. 

El carácter y el deporte

En el caso de los Martínez, lo que ha unido la familia lo ha reforzado el rugbi. Higinio Martínez (A Coruña, 1967) ha desarrollado toda su carrera deportiva desde principios de los ochenta en el CRAT, primero como jugador y después como entrenador de base. Incluso empezó esta temporada como técnico del filial.

La saga ha continuado con dos diamantes en bruto: Breogán (con 18 años ha debutado en el sénior) y Mencía (destaca en el sub-14 con doce años). «Estoy súper orgulloso de mi hijos. Les veo continuidad y en cierto modo me veo reflejado en Breogán. Estamos muy unidos, puede que sea por el rugbi o más bien por nuestro especial carácter. Pero es verdad que a veces compartimos temas de rugbi y es una situación agradable...», relata.

Higinio se iniciaba en el oval con Maxi Casares y la generación de Dominicos, en la que figuraba su primo Evaristo (ambos, históricos del club). «Este deporte es hoy algo diferente al que yo conocí. Éramos 25 amigos que hacíamos todo juntos. Ahora cada uno va a lo suyo. Y me dio la oportunidad de conocer España», repasa.

Breogán heredó el gen deportivo de sus padres (su madre Mariquiña fue pionera en el rugbi y es una de las impulsoras de la escalada coruñesa desde el AMI) pero se quedó con el balón oval tras probar el surf, fútbol, skate, tenis e hípica. «La escalada me da miedo», reconoce.

Es un tercera línea con buena técnica, frío, fuerte y no muy rápido, pero con visión de juego y capacidad de liderazgo. Subió del sub-18 al primer equipo de un salto y en su debut interruptus en la segunda jornada se rompió el tabique nasal, su primera lesión. Ahora, espera seguir disfrutando del contacto y los valores del rugbi y, algún día, «jugar en División de Honor con el CRAT». «A Mencía la veo con potencial y muy contenta en este deporte», avanza.

Lo corrobora su hermana, primera línea del sub-14 que destaca por su físico, técnica, dinamismo y coordinación. «El patinaje me aburría y al yudo quizás vuelva, pero el rugbi me encanta por su ambiente de equipo», explica la menor de los Martínez.