«Me gusta el turismo gastronómico»

Miguel Álvarez LUGO / LA VOZ

DEPORTES

ABRALDES

Amante del fútbol, se inició en el mundo de las regatas por casualidad

24 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo explosividad en una piragua, Cristian Isaac Toro (Venezuela, 1992) se ha convertido en un referente del deporte español después de proclamarse campeón olímpico en Río de Janeiro. Nacido en Sudamérica, se mudó a Galicia cuando tenía ocho años. Ahora, busca nuevos retos con los que alimentarse.

-¿Qué come usted para tener ese cuerpo serrano?

-Me encanta comer. De hecho, me gusta mucho hacer turismo gastronómico. Por mi deporte, viajo bastante por España y aprovecho la ocasión para probar cosas típicas. Soy mucho de los platos fuertes como la fabada asturiana o el caldo gallego.

-En épocas de competición, ¿no le restringen algunos productos?

-Me cuido, busco productos de calidad. Al fin y al cabo, la comida es la gasolina del cuerpo. Hay que estar bien alimentado, pero soy un piragüista, no un culturista. Si me tengo que meter un chuletón después de entrenar, lo hago. Después, evito la comida que no sea natural. Si quiero proteínas, el pescado y las setas las tienen. Si quiero azúcar, ya lo tiene la fruta. No cuento las calorías, pero tomo cosas buenas.

-¿Y qué tal se le da manejar sartenes?

-No soy un manitas en la cocina, aunque me gustaría aprender más adelante.

-Me han dicho que siente pasión por el Real Madrid...

-Soy bastante futbolero. Siempre he sido del Madrid. Empecé a ver fútbol en la época de los galácticos. Beckham, Figo, Zidane... Pero el fichaje de Ronaldo Nazario fue clave para que me decantase por ellos. Estos últimos años, cuando perdíamos con el Barcelona, hay que reconocer que ellos jugaban bien. Pero con las Champions que hemos ganado, se han compensado los malos tragos. También me gusta el Athletic de Bilbao. Es el equipo favorito de mi hermano y me ha contagiado. Nos gusta su filosofía y el trabajo con la gente de la base.

-¿Le gustaría haber sido futbolista?

-Jugué unos años en el Viveiro. No se me daba mal.

-¿Ya era tan fuerte como ahora?

-No, aunque siempre fui más o menos grande. Pero recuerdo que, si el delantero rival era físico, el entrenador me ordenaba marcarle. Si no era ese el caso, me daban más banda ancha.

-¿Por qué se pasó al piragüismo?

-Fue por casualidad. Cuando jugaba al fútbol, los del equipo íbamos a veces a la ría de Viveiro para cruzarla a nado. Yo casi nunca lo conseguía. De hecho, me tenía que agarrar a los barcos, porque llegaba un momento en que no podía más. Un día vimos a unos piragüistas y se dio la casualidad que uno de mis compañeros también practicaba ese deporte, así que decidí probar. Como soy muy competitivo, enseguida quise ganar. Y así hasta ahora.

-Si no hubiese sido piragüista, ¿qué deporte habría elegido?

-Me gustan mucho el fútbol y la lucha libre olímpica. Pero lo malo de esta última modalidad es que, si se me ocurre practicarla y me rompo una muñeca, mi entrenador se va a enfadar.

-¿No le cansa hacer tantos viajes?

-Al contrario, me gusta muchísimo viajar. Creo que, por suerte, tengo bien cubierto ese apartado. Además, hay muchos sitios en los que me encanta pasar el tiempo. Ahora estoy en una etapa de la vida en la que me atrae Nueva York, porque me gusta caminar y descubrir a la gente. Pero también tengo la intención de ir a Nueva Zelanda con mis amigos más adelante.

-Sin embargo, no debe tener mucho tiempo libre...

-El deporte implica sacrificar muchas horas de la vida. A veces te apetece pasar un rato con los amigos o salir a tomar un café, pero hay que centrarse en ir labrando el camino para conseguir éxitos.

-¿Tiene mascota?

-Me gustan muchísimo los animales, sobre todo los perros. Tengo una perrita de aguas que siempre me alegra el día. Siempre intento estar con ella. Cuando salgo de entrenar, me duele todo. Me tiro en el sofá, pero ella tiene ganas de jugar y me obliga a estirar las piernas para sacarla a dar un paseo.

-¿Qué horizonte se otea cuando uno logra un oro olímpico?

-Ahora estoy preparando las oposiciones de policía. Desde pequeño, siempre dije que me gustaría ser campeón olímpico y ahora estoy buscando un nuevo rumbo. Aún quedan varios años hasta los próximos Juegos, pero he de reconocer que estoy muy ilusionado.

-Se mudó a Galicia a los ocho años, ¿no es duro eso?

-Nací en Isla Margarita, pero mi familia materna es gallega. Así que tampoco fue un drama. Hay que reconocer que al principio fue duro, pero ahora ya estoy acostumbrado.

-¿Cómo le llaman sus amigos, Cristian o Isaac?

-Casi todo el mundo me llama por el apellido.

EN CORTO

-¿Cuál es su plato favorito?

-Es difícil elegir, porque me gusta mucho la comida. Pero ahora mismo me quedo con el risotto de trufas.

-¿Y una bebida?

-El agua. La gente no la valora, pero es impagable después de hacer una serie a tope y beberse un vaso cuando tienes la boca seca.

-¿Una película?

-Soy más de series, pero si tengo que decir una, me quedo con El caso Slevin.

-Pues dígame una serie entonces.

-Es difícil quedarse solo con una. Pongamos Dexter y Peaky Blinders.

-¿Qué música le gusta?

-La escucho muy variada, depende del momento.

-¿Tiene algún coche preferido?

-No soy mucho de coches. Tengo otros hobbies como viajar. Prefiero invertir en eso.

-¿Y le dedica tiempo a los videojuegos?

-No mucho, la verdad. Aunque he de reconocer que de vez en cuando echo una partida al FIFA.

-¿A qué personaje histórico le gustaría conocer?

-Pues, después de pensarlo un rato, diría que a Julio César. Una vez leí un estudio sobre él en el que decían que, en proporción a todas las épocas, fue la persona más poderosa de la historia. Viendo las cosas que vemos, no quiero ni pensar cuánto poder debería tener.

-¿Algún libro de cabecera?

-Me gusta la lectura. Me hace desconectar. Ahora estoy leyendo una biografía de Pablo Escobar. Es más, la empecé a leer a raíz de ver la serie Narcos.