Un psicólogo para Nick Kyrgios

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JOHANNES EISELE | Afp

El polémico tenista australiano acepta ponerse en manos de un especialista para ver reducida de dos meses a tres semanas la sanción

17 oct 2016 . Actualizado a las 20:32 h.

La actuación del tenista australiano Nick Kyrgios en el Masters 1.000 de Shanghái le ha costado una sanción de 15.000 euros y estar alejado de las pistas durante ocho semanas, aunque será reducida a tres semanas al aceptar ponerse en manos de un psicólogo. La sanción a Kyrgios por dejarse ganar e injurias a un espectador es ejemplar y necesaria para el australiano, que ya ha tenido problemas de comportamiento en otras ocasiones, aunque no supone algo nuevo en un circuito que a lo largo de su historia ha asistido a muchas faltas de respeto.

Así, si se habla de líos dentro de una pista de tenis el primer nombre que se le viene a la cabeza a cualquier seguidor de este deporte siempre suele ser el mismo: John McEnroe. El estadounidense creó un personaje en torno al jugador que era y convirtió el famoso grito de You can’t be serious en un clásico a la hora de quejarse de los jueces de línea. Lo que ahora es recordado con gracia en su día le costó graves problemas. Las multas y sanciones por insultos dentro de la pista le persiguieron toda su carrera.

Desde el descubrimiento del You can’t be serious en Wimbledon de 1981 hasta sus correctivos más graves en el US Open 1987, donde fue multado con 9.000 euros y dos meses sin poder jugar y en el Abierto de Australia de 1990, cuando fue descalificado tras increpar a los jueces, tirar bolas fuera de la pista y gritar al público.

Otro norteamericano tildado de rebelde durante toda su carrera fue Andre Agassi. En su biografía Open, el jugador asegura que llegó a odiar el tenis y sus actos de rebeldía eran la respuesta a ello, como teñirse el pelo o los pantalones vaqueros como prenda deportiva. Más que llamar la atención quiso huir de un deporte implantado como obligación por su padre. Entre sus mayores problemas dentro de la pista destacan las descalificaciones en San José e Indianápolis por insultar al juez de silla y lanzar bolas fuera de la pista.

El caso de Agassi puede recordar al de Kyrgios, sin embargo el norteamericano es recordado como una leyenda del tenis: 8 grand slam, un oro olímpico, la Copa Davis y 101 semanas como número uno muestran también el respeto que Agassi le tuvo a su profesión. Algo que Kyrgios parece no haber aprendido.

No todo han sido conductas reincidentes en el circuito. La ATP ha sancionado hechos puntuales que exceden los límites del respeto. Uno de los casos más sonados ocurrió durante la final del torneo de Queens en el 2012. El argentino David Nalbandian, tras perder un punto, pateó una valla de protección, golpeando accidentalmente en la pierna a un juez auxiliar. Este acto le costó la descalificación de la final y la pérdida del dinero que ganó durante el torneo. Ese mismo año, Baghdatis, durante un descanso, rompió cuatro raquetas de manera consecutiva. La ATP le sancionó con 1.137 euros.

El circuito femenino también ha vivido faltas de respeto. En el 2009, Serena Williams fue descalificada en semifinales del Abierto de Estados Unidos por decirle a una juez de silla «te voy a matar» tras señalarle una falta de pie. Tampoco se salva el tenis español de imágenes sonrojantes, ya que Fernando Verdasco protagonizó en la final de Niza 2010 uno de los enfados más buscados en Youtube. Durante un partido ante Gasquet, el madrileño profirió diversos insultos contra la grada, repleta de franceses. Pese a los reproches del juez de silla, Verdasco no fue sancionado.

Los castigos y los enfados por parte de los tenistas no son nuevos. El problema llegan cuando las nuevas generaciones muestran la despreocupación y el desprecio hacia el deporte que les da de comer. El compatriota de Kyrgios Bernard Tomic ya lo demostró a comienzos de este año cuando en mitad de un partido se dijo a sí mismo: «Ve a Miami a conducir tu Ferrari; no necesitas estar aquí». El propio Tomic confirmó poco tiempo después que había llegado a conducir su coche a 352 km/h. Las continuas faltas de respeto hacia el deporte, los aficionados y los compañeros se han convertido en algo habitual en los últimos tiempos.