-¿Y entrenadores y padres?
-Es crucial que los entrenadores planteen objetivos concretos de progresión para el partido, que estarán en relación con aquellos aspectos que su equipo busca dominar. Cierto es que, muchas veces, estos vienen influenciados por políticas de club que no facilitan el aprendizaje integral del deporte. También los padres son responsables de cómo los niños viven la competición a través de los mensajes que les mandan con su actitud. Si la pregunta habitual cuando no le han visto competir es «¿cómo habéis quedado?», ya están dejando claro cuáles son sus prioridades: el resultado. Es importante que no se obsesionen con el rendimiento deportivo. Las familias deben apoyar la práctica deportiva reforzando no solo la diversión, sino conductas de esfuerzo, superación y compromiso.
-¿La sociedad favorece este tipo de conductas «abusonas»?
-Juega un papel determinante. Vivimos asentados en la cultura del éxito, asociando la felicidad al triunfo. Se prima el resultado por encima del esfuerzo, se valora más la competitividad que la cooperación, se premian las individualidades y se descuida la empatía con los demás. Deberíamos trabajar por una cultura de valores y principios que nos ayuden a alcanzar una mayor satisfacción personal que nos permita disfrutar con lo que hacemos.