Una fórmula que hace milagros

Antón Bruquetas EN 100 METROS

DEPORTES

19 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ponerle un gallego al lado a Saúl Craviotto es sinónimo de oro. Funcionó con Perucho en Pekín y tampoco falló en esta ocasión en Río. Si a la técnica depurada del catalán y a su aguante para los metros finales, se le une el empuje y la capacidad competitiva de un tipo hercúleo como Cristian Toro, no hay antídoto posible, el éxito está asegurado. A pocos se les escapaba que Toro y Craviotto eran una de las firmes opciones de medalla del equipo español. Llevan menos de un año como compañeros, pero ambos confiesan que la compenetración era tan perfecta desde el primer día que llegaron a pensar que habían paleado juntos durante toda una vida. Se clasificaron para el preolímpico con toneladas de sudor y en Duisburgo, en mayo, arrasaron. Ganaron con tal suficiencia que cuando atravesaron la línea de llegada y miraron levemente hacia atrás no se lo podían creer.

En ese momento, cuando volaron sobre la lámina de agua, se dieron cuenta de que el cajón no andaba lejos. La presión comenzó a crecer sobre ellos cuando Marcus Cooper irrumpió por sorpresa en el medallero. Entonces Miguel García, su entrenador, decidió que debían refugiarse. Tenían que aislarse de la mejor manera que un piragüista puede hacerlo: consumiendo las horas sobre su embarcación.

Y en el día de la verdad no fallaron. Desataron todas esas cargas de entrenamiento con la misma violencia con la que se revuelven los animales salvajes. Y en el tramo decisivo de esos 200 metros que se consumieron a cámara lenta, nadie les pudo igualar las ganas. Porque así se conquistan las medallas. Cuando los músculos no responden a la cabeza y la cabeza ni siquiera tiene tiempo a emitir estímulos, sólo quedan las ganas de sufrir.

Tal es así que después de regresar a tierra firme, ni Toro ni Craviotto sabían qué se habían dicho al atravesar la línea de llegada. Aún operaban como autómatas. De lo que sí era consciente el palista de Viveiro es de que había hecho historia, de que ya puede decir que ha encontrado la senda de los más grandes, de los que trajeron un oro a Galicia: David Cal, Antón Páz, Echávarri, Támara Echegoyen, Sofía Toro y ahora él. Todo un alivio que se hubiese bajado a tiempo del plató.