Teresa Portela: «Las que me ganaron son mejores, y no hay más»

Sus gafas no ocultan esta vez las lágrimas. No hay emoción por una medalla en un Mundial ni rabia por ver escaparse un bronce como en Londres. Teresa Portela (Cangas, 1982) transmite la paz del deber cumplido. «Daba un poco el viento de cara, pero salí valiente a intentarlo. No se podía empezar a medias tintas porque las demás son muy rápidas y estaban fuertes. Salí a por todas y al final se me hizo un poquillo duro llegar. Pero estoy satisfecha porque di todo».

-Esa era su intención, regresar a casa sin reprocharse nada.

-Yo cada día no entreno para ser la octava o la décima. No puedo ir con esa mentalidad. Yo sueño con una medalla y entreno cada día para intentar conseguirla. Pero está muy complicada. Y valoro eso, dar lo mejor de mí, saber que no perdí palada, que con cada una intenté avanzar lo máximo posible. Las que me ganaron son mejores, y no hay más, se acabó.

-¿Se vio con opciones de enganchar con las primeras en algún momento de la final?

-Iba muy pendiente de lo mío, en ningún momento vi nada. Era consciente de que tenía muy cerca a la eslovena [Ponomarenko]. Sabía que Osipenko era mi referencia porque iba a estar delante, pero yo en cada competición estoy pendiente de lo mío, ni del ritmo de las demás ni nada. Al llegar, ya miraría a los lados.

-Su resultado fue ocho décimas más lento que en semifinales. ¿Por el ligero viento en contra?

-Sí, no hay más historia. En los Juegos de Londres también estábamos en 39 segundos y en la final se puso viento en contra y se ganó con 44.

-Aunque vaya año a año, ¿la gran semifinal que hizo y esta final clarifican algo sus dudas sobre ir o no a Tokio?

-No lo sé. No me guío por un resultado. No sabes como pudieron estar las demás. Cada regata es un mundo. Yo en la eliminatoria no me vacié y quedé tercera, pero quizá las dos primeras sí. Es muy relativo hacer balance. Esto es deporte y en el Mundial del año pasado quedé tercera y estoy contenta, pero de un año para otro pueden cambiar las cosas. Tener un buen resultado o uno malo no quita de poder seguir intentándolo y luchando. Un puesto más discreto, mejor o peor, no supone abandonar. Lo más importante es tener motivación y ganas para afrontar cada día y algo por lo que luchar.

-Se va orgullosa con su quinto diploma.

-Sí. Yo estoy muy contenta. Hago mi balance. Y no te voy a mentir. ¿Me hubiese gustado conseguir una medalla? Sí. ¿Me hubiese gustado ganar? Sí. Pero está muy complicado y soy consciente de ello. Y tampoco me quiero sentir derrotada y no intentarlo. Me quedo con la satisfacción de haber luchado y haber dado lo mejor de mí. He valido un sexto puesto y me voy para casa contenta.

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