Usain Bolt, más terrenal, igual de inalcanzable

Xosé Ramón Castro
x. r. castro REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

LUCY NICHOLSON | REUTERS

El jamaicano, aun firmando su peor tiempo en una gran final, no dio opción a sus rivales

16 ago 2016 . Actualizado a las 07:47 h.

Usain Bolt se convirtió en el primer velocista que encadena tres títulos olímpicos en los 100 metros con su peor marca en un gran campeonato. Por primera vez marcó un registro final por encima de los 9,8, pero aun así ganó sobrado, demostrando que en su versión terrenal es inalcanzable para sus rivales de la época. Los que ya no están (Tyson Gay), los que volvieron (Gatlin) o los que le han acompañado a lo largo de estos ocho años de prodigiosos triunfos.

Dicen los expertos que Usain corre lo que le obligan sus rivales. Que las sensaciones que exhibió en la semifinal de Río invitaban a pensar en una aproximación a su récord del mundo de agosto del 2009 en Berlín, pero Bolt no lo necesitó y resolvió una mala salida con un acelerón solo al alcance del mejor. Ganó con 9,81, solo tres centésimas menos que el tiempo registrado en la semifinal, una marca discreta para él pero inabordable para el resto del mundo.

El jamaicano achacó el tiempo final a la organización, indicando que entre la semi y la final no puede haber únicamente una hora y 25 minutos de diferencia, lo que casi no dejaba margen a la recuperación. Sin embargo, muchos son los que piensan que el plusmarquista mundial se reserva para el 200, en el que ha prometido buscar el récord del mundo, rebajando los 19,19 segundos que él mismo firmó en Berlín en el 2009.

Conjeturas al margen, la única certeza es que los registros del plusmarquista mundial y poseedor de las nueve mejores marcas de la historia en el hectómetro (descontando a aquellos que han estado sancionados por dopaje en alguna ocasión) se han vuelto más terrenales. Londres fue la última frontera. En el estadio olímpico londinense Bolt corrió por última vez por debajo de los 9,70, en 9,63 para ser exactos, (su segunda mejor marca de todos los tiempos). Fue la culminación a un ciclo olímpico mágico que comenzó en Pekín con el récord del mundo a modo de grandiosa presentación (9,69) y tuvo su momento álgido en los 9,58 de Berlín, un récord vigente al que se le augura larga vida.

Tras la descalificación de Daegu por una salida nula todas las marcas han ido más. Por encima del umbral de los 9,70 hasta superar en Río los 9,80. Sin embargo, nadie ha sido capaz de acercarse en una gran final a esos tiempos que en teoría serían más accesibles para el resto de los mortales.

Quien más cerca ha estado de todos es Justin Gatlin, con sus 9,74 en Doha la temporada pasada antes del mundial. Pero llegado el momento de la verdad, no pudo repetir el registro en Pekín y un pequeño tropiezo consecuencia de la crispación le privó de competir con Usain por el oro hasta el último metro. El domingo tuvo una segunda oportunidad. Con menos kilos y un cambio técnico protagonizó una excelente puesta en escena, pero no consiguió el margen suficiente para cambiar la historia.

En este punto hay que tener en cuenta el poder intimidatorio que ejerce Bolt. Su presencia en la pista impone y transmite la impresión que empequeñece a sus rivales, porque se ha ganado a pulso, con marcas de otro planeta, el respeto de todos. El frenazo de Gatlin, además, también puede interpretarse como el resultado de la tolerancia cero con el dopaje. Los controles, al fin, parecen estar dando los resultados esperados.

El último motivo del estancamiento de las marcas puede tener relación con la edad de los dos máximos exponentes actuales. Bolt tiene 29 años y Gatlin ya cumplió los 34, edades muy respetables en una disciplina en donde la precocidad es habitual.

Ese aspecto puede cambiar el panorama en un par de años (aunque difícilmente para acercarse a las marcas del Bolt de Berlín). De Grasse y Bromell todavía son muy jóvenes y apuntan alto. No puede descartarse un petardazo en el próximo mundial o quizás en los Juegos de Tokio. Ellos son el futuro, pero Bolt ya forma parte de la leyenda.

El campeón inicia esta tarde su camino en el 200 con las series

Usain Bolt proseguirá hoy su camino de leyenda en Río. A las 17.46 horas tomará parte en la novena serie de la primera ronda de los 200 metros. Un trámite que debe superar sin quemar un gramo de energía. Porque el mayor hándicap del jamaicano para colgarse un segundo oro en la prueba de la curva es el cansancio después de correr tres carreras en los 100 metros y arrastrar una peligrosa inactividad durante la primera quincena de julio. También que solo corrió un 200 esta temporada, en Londres el 22 de julio. Ganó con un tiempo de 19,89 segundos.

Al margen de su palmaria superioridad en la distancia, lo mejor para el plusmarquista es que sus grandes rivales también provienen de los 100 (Gatlin, Blake y Martina, por ejemplo).

El arranque del doble hectómetro significa, por otra parte, la entrada en competición del español Bruno Hortelano, que buscará su pase de ronda tomando parte en la segunda serie. Las semifinales se correrán en la madrugada del miércoles al jueves y al día siguiente, también de madrugada, será la final.

Quiere ser inmortal

En el plan de Usain para su despedida olímpica está el oro en los 200. «Alguien dijo el año pasado que si lo logro (tres medallas en los Juegos) me convertiría en inmortal. Pues bien, dos medallas más y estará hecho. Inmortal», dijo el jamaicano después de encadenar su tercer oro olímpico seguido en 100 metros.

«Ya lo dije. Nunca dudé de mí mismo. Esta temporada fue mejor que la anterior, así que estoy listo para seguir», advirtió el Relámpago, por cuya cabeza no pasa otra cosa que el triplete. «Vine a ganar tres oros. Vine a probarme a mí mismo que soy uno de los más grandes. Si no lo logro, por supuesto que estaré triste, sentiré que no he cumplido». Hoy sigue la fiesta.