Maratones, conflictos diplomáticos e historias al límite

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso Lois GALICIA-RÍO VÍA LISBOA

DEPORTES

15 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El domingo se despereza en Río con dolor. En sus terceros Juegos, la lucense Alessandra Aguilar, la mejor maratoniana española de siempre, se retira tras perder el conocimiento y caer desplomada tras 27 kilómetros. Un revés que hiela el alma. Abandona en plena carrera en Brasil como hizo otro gallego en la primera visita olímpica a Hispanoamérica. En México 1968, en otro día de calor con unos 35 grados, el asfalto quemó las zapatillas del vigués Carlos Pérez. El maratoniano abandonó con los pies en sangre, vendados luego durante casi un mes. La otra cara de una jornada olímpica que O Globo Olímpico, el diario gratuito de los Juegos, abre en portada con una foto inmensa de la afición argentina en el tenis, y un título irónico que ilustra la gran rivalidad sudamericana: «El día que me quieras: Río ofrece un sábado perfecto para la afición argentina, con victoria épica sobre Brasil en el baloncesto y triunfo de Del Potro sobre Nadal». Porque al inicio de los Juegos, las peleas en las gradas entre canarinhos y albicelestes, como que no transmitían muy buen rollo. El tema llegó a tratarse a nivel diplomático, y su embajada pidió a los deportistas argentinos algún detalle para normalizar el ambiente. En esa política de declaraciones y gestos afectuosos hacia el país organizador se enmarca el beso que Del Potro dio al logotipo de Río después de ganar a Rafa Nadal. Pero no impide que su final contra Murray vuelva a envolverse en ambiente de derbi, con la afición local gritando por el británico y unos cuantos argentinos elevando sus cánticos cuando pueden. Un rato antes, Nadal escribía otra página al filo de lo imposible. Como Martina Hingis con su plata en el doble femenino. Hace 19 años la suiza dibujaba un curso casi impecable, con los títulos de Australia, Wimbledon y el US Open y la final de Roland Garros. Sus primeros años de auge y caída siguieron el manual. Niña prodigio, machacada luego por las lesiones, amagó con una primera retirada, volvió y le cazaron un positivo vinculado a la cocaína, para irse en el 2007. Hasta que reapareció en el 2013 como doblista. Como un ciclón, claro. Algo así como si Nadal jugase dentro de unos años solo por parejas. Otra forma de disfrutarlo.