Rafaela Silva escapó de Ciudad de Dios

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso Lois GALICIA-RÍO VÍA LISBOA

DEPORTES

11 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El ingenio de Fernando Meirelles, el artista que ideó la ceremonia de apertura de Río 2016, convirtió un conflicto real en una favela de Río en la guerra entre Zé Pequeno y Mané Galinha que teje la película Ciudad de Dios. Cuatro nominaciones a los Oscar después, la cinta dejó el eco de una frase: «Lucha y nunca sobrevivirás. Corre y nunca escaparás». En los callejones de esa misma comunidad se crió Rafaela Silva, que a los cinco años trasladó el nervio con el que corría por el barrio a los combates de yudo. Luego vio como su hermana Raquel, gracias a los viajes a los campeonatos internacionales, huía de aquel entorno insalubre en el que nació. Y ella apretó más los dientes. Y progresó. Y conoció más mundo. Y en los Juegos de Londres 2012, cuando cayó eliminada al recibir un golpe ilegal, buscó consuelo en las redes sociales y leyó que algún listo le llamaba «macaca» y otro le sugería volver «nadando a casa». Contestó en caliente a insultos, la norma número uno en el patio de vecinos de Twitter, donde abundan personajes sin identificar. Entró en depresión. Pensó en dejar el yudo. Y volvió. Ganó dinero, sacó a su familia de Ciudad de Dios, se dijo que no permitiría que la amargura de Londres le persiguiese toda la vida. Y ganó el oro con mayúsculas en la Arena Carioca 2. El primero brasileño de sus Juegos. Cuentas saldadas. Pero Ciudad de Dios sigue siendo tan auténtico como cuando Meirelles recurrió a chavales de la comunidad para rodar su película. Más real que el mundo de fantasía del volei playa de Copacabana. En el estadio de andamios que se desmontará tras los Juegos, miles de personas celebran el martes el triunfo de las parejas locales, con el sonido del mar al fondo, bajo la música que sacude la grada. A la misma hora, ya de noche en Río, el autobús oficial de un grupo de periodistas que vuelve de Deodoro, uno de los complejos olímpicos al norte de la ciudad, recibe un par de impactos. Atraviesan la carretera entre el barrio de Curicica y Ciudad de Dios, a apenas siete kilómetros del Parque Olímpico de Barra da Tijuca. La policía investiga si fueron piedras o balas. El deporte se llevó de allí a Rafaela Silva, que le dio la vuelta a la frase. Luchó y sobrevivió. Corrió y escapó.