La vida según Marta Brañas

Pablo Gómez Cundíns
pablo gómez REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

IAGO GARCÍA / CÉSAR QUIÁN / DANIEL R. PORTELA / CÉSAR DOMÍNGUEZ

La versatilidad de la primera boxeadora profesional gallega y militar completa su agenda vital

03 jul 2016 . Actualizado a las 12:21 h.

En ocasiones, el destino va al encuentro de cada uno, aunque sería lícito preguntarse si las páginas del libro que forma la existencia personal son escritas por cada ser humano de su puño y letra. El caso de Marta Brañas (Arteixo, 1985) es uno de esos que invitan a la reflexión. ¿La boxeadora profesional es la culminación de una vida plena de actividad? ¿O, por el contrario, ha sido su vocación pugilística la que ha dado sentido a un intenso pasado?.

Marta Brañas, la primera boxeadora profesional gallega, y la primera española que debutó profesionalmente en América, ha hecho de la actividad multidisciplinar su razón de ser. Este es el poso que ha dejado en ella, uno de tantos ejemplos de superación en el deporte femenino, esa versatilidad vital:

ENDURO

«Recuerdo que iba al monte y todos eran hombres». «Siempre me gustaron las motos y siempre tuve moto hasta que me compré el coche. De pequeña andaba en scooter y cuando cumplí la edad para poder tener moto, saqué el carné y decidí, mientras estudiaba, ir a trabajar en verano, para comprarme la KTM. Junté todo el dinero que gané en los meses de verano y me la compré con toda la equipación. Recuerdo que iba al monte y que todos eran hombres y que cuando me caía en cuestas muy empinadas no era capaz de levantar la moto, me tenían que ayudar.... Es algo que también me hace desconectar y me desestresa. El sonido de la moto, andar por el monte...», explica la deportista.

EQUITACIÓN

«Cuando estoy en el caballo no pienso en nada. Estamos el y yo, nada más». «Empecé a hacer equitación en el año 2005 a través del ciclo formativo de actividades físico deportivas en el medio natural. De todos modos, siempre me gustaron los caballos, y diría que todos los animales en general. Antes de ser militar, trabajaba con los caballos, di clases y también me dedicaba a cuidarlos y montarlos. Llegué a concursar en salto y tuve una yegua», recuerda la púgil de Planas Box.

«Este año decidí volver a la equitación, después de la sobrecarga física y mental de toda la semana, y debido a que soy una persona que siempre está pensando en como mejorar todo lo que hago, para desconectar del mundo retomé las clases. Y es lo único que realmente me hace desconectar de todo. Cuando estoy con el caballo no pienso en absolutamente nada. Estamos solo él y yo, nada más», concluye.

EJÉRCITO

«Comparto ciertos valores que creo que son primordiales en la vida». «Entré en el ejercito el 8 de enero del año 2008. Pertenezco al Ejército de Tierra, al Cuerpo de Infantería Ligera y estoy destinada en el Cuartel General de la Fuerza Logística Operativa en A Coruña. Hice la instrucción en Cáceres, tengo muy buenos recuerdos de aquello. Fue una de las mejores épocas de mi vida. Disfruté mucho el día a día. Allí comprobé que tomé la decisión acertada al hacerme militar. Siempre quise pertenecer a las fuerzas de seguridad, y comparto con el ejército ciertos valores que creo que son primordiales en la vida. Lealtad, disciplina, respeto, honor. Y sobre todo, los que siempre llevo conmigo inscritos en el pantalón de boxeo: ilusión, constancia y sacrificio», vincula.

BOXEO

«Llegas a odiar la competición, pero en el fondo la necesitas». «Empecé en el boxeo en el año 2003, como pasatiempo. Siempre practiqué deporte y siempre me gustaron los deportes de combate. Al principio era como un puro pasatiempo, hasta que se transformó en una profesión al entrar en la selección española. Tenía curiosidad por como sería todo, pero después una quiere más. Entrenas para ganar, para ser la mejor. En muchas ocasiones te planteas en si todo este sacrificio merece la pena, pero cuando te das cuenta de que sí. El boxeo y la competición sacan lo mejor de ti. Todo sacrificio tiene su recompensa. Y te quedas con las satisfacción del trabajo bien hecho, de que has dado todo lo que has podido, y más. La competición se lleva dentro la llegas a odiar pero en el fondo la necesitas», compara.

ENFERMERÍA

«La satisfacción de ayudar». «Empecé el año pasado. Nunca pensé en que fuera a estudiar enfermería. La idea me vino estando en Madrid concentrada con la selección. Allí hice mi acceso a la universidad y tenía de asignatura biología, donde dimos algo por encima como funcionaba el cuerpo humano, y empecé a comprender por que me pasaban ciertas cosas en el cuerpo a raíz de la competición. Me empecé a interesar por ciencias de la salud. Me decanté por enfermería, y cada día que voy a clase me gusta más y me identifico más con ella. La satisfacción de saber que puedes a ayudar a alguien a hacerle la vida un poco mejor», explica.