Cesc cierra el círculo italiano

Rodrigo Errasti / Colpisa

DEPORTES

PIERRE-PHILIPPE MARCOU | Afp

Marcó el gol clave en la tanda de penaltis del 2008 contra Italia y aspira a repetir ahora en la Eurocopa 2016

25 jun 2016 . Actualizado a las 17:31 h.

El 22 de junio del 2008, Cesc Fábregas era el futbolista más joven de la selección española y se convirtió en héroe ante la temible Italia, marcando en la tanda de penaltis el lanzamiento decisivo. Un disparo que destrozó el estigma perdedor de La Roja en cuartos de final. Aquel era su primer intento desde los once metros en competición oficial desde que tenía 15 años y jugaba en los cadetes del Barcelona. Ahora, ocho años después, ya no es el mismo. Su vida es muy distinta, empezando por la paternidad. En el plano futbolístico, tiene un palmarés envidiable, con un Mundial y una  Eurocopa. Es un centenario de la selección española, con la que ya ha jugado más de 6.000 minutos. No hay nadie en la historia de la selección que haya creado tantos goles: 32, dos por encima de Xavi Hernández. De ellos, cinco fueron en una Eurocopa (está a una del récord del torneo en propiedad del checo Karel Poborksy).

Todo empezó para él en el 2008. Aquella tarde en el Ernest Happel de Viena, Luis Aragonés decidió que Cesc fuese el quinto en lanzar. Después de un fallo de Dani Güiza y los dos de Italia (De Rossi y Di Natale), la gloria era suya. La afición recuerda la imagen de aquel «10», que contaba con 30 internacionalidades a sus espaldas desde su debut en el 2006, hablando solo, meditabundo, antes de lanzar. «La vida te da una oportunidad y a mí me la dio. Cuando me llegó la hora de tirar, solo pensaba en marcar y acabar con el tema. A Buffon no le digo nada. Simplemente, me animo y me convenzo a mí mismo de que la voy a meter», explicaba aquellos días después de anotar el penalti que cambió el rumbo de la selección.

Cuatro años después, en Donetsk ante Portugal, volvió a tocarle a España pasar por la agonía de los once metros. Empezó la cosa torcida, con fallo de Xabi Alonso (el especialista), pero los aciertos de Iniesta, Piqué y Ramos, después de que Moutinho se topase con Casillas y Bruno Alves con el larguero, dejaron de nuevo la gloria en los pies de Cesc, que aquel día fue suplente. A diferencia de lo que sucedió en el 2008, cuando Luis le entregó la responsabilidad, pidió él mismo ser el que cerrase la tanda. «Tenía esa intuición. El míster me ha pedido que tirara el segundo. Yo le he dicho: ‘¡Que no, que no. Que tiro el quinto!’. La bola, a la que volvió a hablar en Viena, llegó a la red aunque lo hizo con suspense, tras estrellarse con el palo.

Tres días más tarde, en Kiev, fue titular en la final ante Italia, como en el debut del torneo. Fue decisivo asistiendo a Silva en el primero de los goles. Hace unos días, antes de medirse a Croacia, ya subrayó las dificultades que entraña abrir espacios cuando el rival se encierra «casi con once defensas» y ni siquiera deja huecos para moverse entre líneas. «Quizás no se valora, pero es muy complicado», añadió. Aquel día regateó cuando se le preguntó por Antonio Conte, su próximo técnico en el Chelsea y seleccionador italiano. Pasado mañana se encontrarán. La única vez que España perdió en los últimos 21 años con Italia fue un amistoso en Bari en el 2011. El catalán no estaba en el campo por lesión. Casualidad. O no.