Los Cavaliers quisieron llevar el partido a un terreno más farragoso. Sin la chispa de Kyrie Irving y un acierto discreto de LeBron James (a pesar de irse al descanso con casi un triple doble, de nuevo un gigante jugando entre rivales disminuidos por su corpachón y su talento), se quedaron en 42 puntos al descanso, lastrados por un 1 de 14 en triples. Pero su superioridad de nuevo en el rebote, con Kevin Love atacando en los rechaces ofensivos, le dieron bolas extras a los de Tyronn Lue. Los Warriors tenían problemas para encadenar varias posesiones con claridad en su juego. Siempre les acababa salvando un triple, pero rara vez ejecutaron su preciosista baile coreografiado de bloqueos indirectos y jugadas de mano a mano entre sus exteriores. Ante las dudas (como la poca capacidad resolutiva de Ezeli bajo ambos aros y la inoperancia de nuevo de Harrison Barnes, que aunque metió su primer tiro siguió aumentando su pésima racha de los últimos encuentros) surgió Draymond Green. Rabioso por perderse el clave 5º partido por una suspensión, convencido de que era el partido para sentenciar la serie, el ala pívot estuvo imparable en ataque y clave de nuevo en defensa. Fue el mejor con diferencia de su equipo, respondiendo con 32 puntos, 15 rebotes y 9 asistencias al desafío de LeBron.
Un pequeño tirón al final del segundo período permitió a los Warriors irse al descanso con la máxima diferencia (49-42) en un partido de muchos cambios de liderazgo en el marcador. A cada amago de escapada de los locales, respondía LeBron James con un robo o un tapón (de nuevo otro sobre Curry, con mensaje de postre), Kevin Love con un rebote ofensivo clave, o hasta el flojo Iman Shumpert con un tres más uno. Los Cavaliers aprovechaban cada tramo de partido con Ezeli o Varejão en el campo para nivelar el marcador. No pudo quedar más claro en un tercer cuarto apasionante: arrancaron fuerte Klay Thompson y Curry con cinco puntos cada uno en un suspiro, pero respondió JR Smith con dos triples consecutivos. Luego, una exhibición de Kyrie Irving con canastas de todos los colores impulsó un parcial de 2-14 para Cleveland, que llegó a ponerse 63-70 arriba e hizo sonar todas las alarmas en los Warriors. Pero con el quinteto bajo, el único que le funcionó a Kerr en todo el partido, reaccionaron para llegar al arranque del último cuarto por delante (76-75), gracias a dos jugadas decisivas de Green (un triple y tres tiros libres) y la aportación de Barnes, con 5 puntos de los que echaba de menos su equipo en los anteriores partidos.