Sencillo al faltar la mejor versión del británico

Fernando Rey Tapias

DEPORTES

06 jun 2016 . Actualizado a las 13:00 h.

Asistimos a una final no demasiado vistosa, al faltarle cierta competitividad en los diferentes parciales. Dominó de entrada Murray ante los fallos de Djokovic y luego el serbio mostró una gran superioridad en los tres sets siguientes salvo en los momentos finales.

La final enfrentaba a dos jugadores con un tenis muy parecido, como le pasa, por ejemplo, a Nadal y Ferrer. Hacen cosas parecidas, pero uno ejecuta todo mejor que el otro.

En esa tesitura, Murray necesitaba sacar muy bien -y no lo hizo esta vez-, llevar la iniciativa -algo que apenas consiguió tampoco- y mostrarse imponente, al 100% físicamente -y tampoco mostró superioridad en esa faceta-. Le faltó, en general, el ritmo necesario para superar a Djokovic.

A Murray también necesitaba que la presión de poder completar los cuatro grandes afectase a Djokovic. Pero, aunque pudo ser así al principio, un partido largo al mejor de cinco sets permite corregirlo.

 Agresividad y automatismos

Salvo las variaciones de las dejadas, al partido le faltó cierta variedad de golpes. Quizá Murray debió arriesgar más a partir del segundo y tercer set, porque ya podía ver que la final se le escapaba. Pero le resulta complicado hacerlo porque su identidad se formó de otra forma. Se educó ganando sin ser 100% agresivo ni dominar todo lo que podría. Es un excelente contragolpeador pero, cuando el partido le exige más agresividad, no fue capaz de cambiar el chip, como le pudo pasar alguna vez a Nadal también. Porque el escocés tiene un potencial de golpes agresivos como Nole, pero el serbio lleva tiempo haciéndolo y él no.

Por ahí podía haber llegado el peligro para Djokovic, como el año pasado. Si Murray apostase por una plena agresividad, como hizo Wawrinka en la anterior final en París, cuando le envió zambombazo tras zambombazo, podría haberlo descolocado en un día tan especial. El escocés no lo hizo. Más fácil para Nole.

A Murray le abandonaron sus mejoras recientes. Falló primeros servicios, y segundos, y ese acierto era imprescindible para poder vencer. Justo vencedor Djokovic, que empezó a ganar Roland Garros el día que se retiró Rafa Nadal, en realidad su gran obstáculo para el título.