El Real Madrid vuelve a empezar

antón bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

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Con la undécima ya en las vitrinas, el club necesita iniciar un proyecto con el que generar ilusión

30 may 2016 . Actualizado a las 09:59 h.

Si algo no tiene el deporte, es memoria. Apenas deja un instante para saborear, para echar la vista atrás. Y máxime cuando en tu genética solo existe la palabra ganar. Aunque ni los jugadores ni los aficionados sean conscientes, sumergidos en los festejos de un nuevo éxito en su competición fetiche, para el Real Madrid la undécima caducó. El futuro ya se entremezcla con el presente. Y el club sabe que debe edificar cuanto antes su siguiente proyecto. Uno que genere ilusión, que no sepa a parche. Porque el Madrid que recogió Zidane a mitad de temporada recibía abucheos en el Bernabéu, era tercero en la Liga, había sido eliminado en la Copa del Rey por un ridículo administrativo y nadie daba un duro por él en Europa. El técnico francés le cambió la cara con una única receta: sentido común, lo que suele faltar en organizaciones mastodónticas como la de Concha Espina, donde proliferan empresarios aficionados al balón que creen poder descifrar lo que ocurrirá en el césped. Zidane dejó el fútbol para los futbolistas, que son los que realmente entienden el lenguaje a ras de hierba, y él se encargó de poner una sonrisa, incluso en los momentos de máxima tensión.

No la perdió ni el sábado, en el descanso de la prórroga contra el Atlético, cuando se puso a charlar con Cristiano en el probablemente partido más importante de su fulgurante carrera en los banquillos. Sobre el héroe de la novena parece que va a pivotar el próximo Madrid. En términos de resultados, su interinidad ha sido espectacular. Una Liga de Campeones y doce victorias seguidas en Liga -incluida la del Camp Nou- siempre son una base sólida sobre la que crecer. De todos modos, sus números no semejan una casualidad. Al Madrid históricamente le ha ido mejor con entrenadores que saben afinar la mano izquierda. Heynckes, Del Bosque, Ancelotti y el propio Zidane responden a ese perfil. Otros como Capello, Camacho o Mourinho, expertos en tensar plantillas, no llegaron a triunfar, no conquistaron la Champions, la medida de todas las cosas en el Madrid.

Ahora a Zidane le toca ir un paso más allá. Transformar las cifras en juego. Porque desde la irrupción del Barça de Guardiola no solo vale ganar, también importa la forma de hacerlo. Y, de momento, el Madrid no brilla. Ni siquiera ha recobrado el tono que le había imprimido Ancelotti.